Cien años de soledad de Gabriel García Márquez
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
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Cien años de soledad de Gabriel García Márquez
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
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El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez
El coronel comprobó que cuarenta años de vida común, de hambre común, de sufrimientos comunes, no le habían bastado para conocer a su esposa. Sintió que algo había envejecido también en el amor.
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El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez
—La ilusión no se come —dijo ella. —No se come, pero alimenta —replicó el coronel—. Es algo así como las pastillas milagrosas |
Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez
Son perfectas-le oía decir con frecuencia-. Cualquier hombre será feliz con ellas, porque han sido criadas para sufrir.
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En agosto nos vemos de Gabriel García Márquez
Le había faltado poco para terminar la carrera de Artes y Letras, y leyó con rigor lo que tenía que leer, y siguió leyendo lo que más le gustaba: novelas de amor de autores conocidos, y mejor cuanto más largas y desdichadas.
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Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez
Ella se demoró apenas el tiempo necesario para decir el nombre. Lo buscó en las tinieblas, lo encontró a primera vista entre los tantos y tantos nombres confundibles de este mundo y del otro, y lo dejó clavado en la pared con su dardo certero, como una mariposa sin albedrío cuya sentencia estaba escrita desde siempre.
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En agosto nos vemos de Gabriel García Márquez
Cuando acabó de secarse sopesó en el espejo sus senos redondos y altivos a pesar de sus dos partos. Se estiró las mejillas hacia atrás con los cantos de las manos para acordarse de cómo había sido joven. Pasó por alto las arrugas del cuello, que ya no tenían remedio, y se revisó los dientes perfectos y recién cepillados después del almuerzo en el transbordador
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En agosto nos vemos de Gabriel García Márquez
La vida le había enseñado que cuando una mujer dice su última palabra,todas las demás sobran.
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En agosto nos vemos de Gabriel García Márquez
Sin embargo, Ana Magdalena se había adaptado a él, se hizo como él, y se conocieron tanto a fondo que terminaron por parecer uno solo.
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El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez
Así es -suspiró el coronel-. La vida es la cosa mejor que se ha inventado.
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El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez
Era tan menuda y elástica que cuando transitaba con sus babuchas de pana y su traje negro enteramente cerrado parecía tener ma virtud de pasar a través de las paredes. Pero antes de las doce había recobrado su intensidad, su peso humano. En la cama era un vacío.
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El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez
Al cabo de tantos y tantos años de ilusiones estériles había empezado a vislumbrar que no se vive, qué carajo, se sobrevive, se aprende demasiado tarde que hasta las vidas más dilatadas y útiles no alcanzan para nada más que para aprender a vivir.
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El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez
Se volverán a repartir todo entre los curas, los gringos y los ricos, y nada para los pobres, por supuesto, porque ésos estarán siempre tan jodidos que el día en que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo.
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El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez
Era difícil admitir que aquel anciano irreparable fuera el único saldo de un hombre cuyo poder había sido tan grande que alguna vez preguntó qué horas son y le habían contestado las que usted ordene mi general.
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Chile, el golpe y los gringos de Gabriel García Márquez
No se puede cambiar un sistema desde el gobierno sino desde el poder.
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Chile, el golpe y los gringos de Gabriel García Márquez
El presidente Salvador Allende comprendió entonces, y lo dijo, que el pueblo tenia el gobierno pero no tenía el poder.
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Chile, el golpe y los gringos de Gabriel García Márquez
La grandeza del país no se funda en la cantidad de sus virtudes sino en el tamaño de sus excepciones.
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Chile, el golpe y los gringos de Gabriel García Márquez
Por esa época, Henry Kissinger dijo en privado a un grupo de chilenos: No me interesa ni se nada del Sur del Mundo, desde los Pirineos hacia abajo.
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El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez
Pero sabia, mas por escarmiento que por experiencia, que una felicidad tan facil no podia durar mucho tiempo.
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¿Con qué frase empieza esta novela?