Del amor y otros demonios de Gabriel García Márquez
Aun las monjas más rígidas escapaban de la clausura después del toque de queda, y se iban en grupos de dos o tres para hablar con Sierva María. Ella las recibió con uñas, pero pronto aprendió a manejarlas según el humor de cada quien y de cada noche. Una pretensión frecuente era que les sirviera de estafeta con el diablo para pedirle favores imposibles Sierva María imitaba voces de ultratumba, voces de degollados, voces de engendros satánicos, y muchas se creyeron sus picardías y las sentaron como ciertas en las actas.
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