La hija ejemplar de Federico Axat
No importa que traiga la mejor tierra del mundo, señora Jones, aquí el aire del mar se mezcla con el del continente, y eso no es bueno.
|
La hija ejemplar de Federico Axat
No importa que traiga la mejor tierra del mundo, señora Jones, aquí el aire del mar se mezcla con el del continente, y eso no es bueno.
|
Amnesia de Federico Axat
“También aprendí a apreciar los pequeños detalles, en sus ojos podía verla sonreír, también saber cuándo estaba triste.”
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
Con una leve inclinación de cabeza y abriendo al máximo los ojos, procuré responderle a mi amigo que a veces, con las mujeres, un poco de cariño y contención es mejor que un cóctel de sinceridad. Él asintió suavemente.
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
Si Billy hacía por ella sacrificios en su dieta alimenticia —claramente uno de los puntos no negociables entre él y la humanidad—, estaba dispuesto a hacerlos con casi cualquier cosa.
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
Mi mente había jugado a llenar los vacíos, construyendo su risa, inventando un tono melodioso para su voz, moldeando su corazón. Un corazón que me aceptara sin prejuicios, que fuera capaz de derribar los muros que nos separaban y allanar las diferencias. Pero ¿tenía alguna certeza de que mis deseos se acercaran siquiera a la realidad?
|
La hija ejemplar de Federico Axat
Cry Baby dejó a Nikki extasiada, nunca había escuchado una voz tan desgarradoramente potente. «No todo es llegar a la nota perfecta», le dijo Janice ese día como quien revela un secreto bien guardado.
|
La hija ejemplar de Federico Axat
No sé, estaba pensando en eso cuando venía. Si las personas como nosotros, que se ven obligadas a irse de su país, acaso no desarrollan algún mecanismo de autoconvencimiento. Para no sufrir.
|
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
Había desaparecido ese velo mágico que hacía que pudiéramos decirnos casi cualquier cosa, mirarnos a los ojos y abrir nuestros corazones; dejamos la niñez atrás como la piel de una serpiente, y la pubertad nos arrebató la frescura de la verdad. Cada cual recorrió su camino.
|
Benjamin de Federico Axat
El límite entre la cordura y la locura resulta un sitio peligroso, más aún cuando se lo visita siendo apenas un niño. La imaginación, o la mente misma, constituye la única defensa y, a la vez, se convierte en nuestro peor enemigo.
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
Sebastián es un jodido gnomo de piedras capaz de patearme el culo.
|
Amnesia de Federico Axat
“Una enfermedad terminal es una mierda, no quiero engañar a nadie que no ha tenido la desgracia de verlo de cerca, pero si de algo puedo sentirme agradecido es de haberme permitido tomar conciencia, incluso a los diez años, de lo efímero de nuestras vidas y de la importancia de aprovechar cada instante, especialmente cuando se trata de nuestros seres queridos.”
|
Amnesia de Federico Axat
“Ella volvió a sonreír. Era el tipo de sonrisa que las mujeres dedican a los hombres cuando tenemos un elefante delante y no podemos verlo”.
|
Amnesia de Federico Axat
Una enfermedad terminal es una mierda, no quiero engañar a nadie que no ha tenido la desgracia de verlo de cerca, pero si de algo puedo sentirme agradecido es de haberme permitido tomar conciencia, incluso a los diez años, de lo efímero de nuestras vidas y de la importancia de aprovechar cada instante, especialmente cuando se trata de nuestros seres queridos.
|
Amnesia de Federico Axat
—¿Recuerdas el claro donde se encuentran los dos álamos? —Sí, un poco más allá del pantano de las mariposas. |
La última salida de Federico Axat
Soy lo bastante viejo como para no cumplir mis sueños, pero no lo suficiente como para olvidarme de ellos
|
La última salida de Federico Axat
Cuando un detalle parece no tener razón de ser, céntrate en él, porque seguramente revista una importancia sustancial
|
Amnesia de Federico Axat
"La verdad era más compleja: el alcoholismo era un monstruo que vivía en mí, agazapado y esperando en alguna parte. Seguramente se aprovechó de mis debilidades para hacerse fuerte, pero iba a hacerlo tarde o temprano."
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
—Sam, yo… ¿te gusto? —preguntó tímidamente. —¿Qué? —Forcé una sonrisa, negando con la cabeza, como si aquella pregunta fuera el disparate más grande que hubiera escuchado en mi vida—. Eso es ridículo, no tiene sentido. Eres mi amiga. Intenté dotar a la frase de una convicción casi indignada, pero todo se fue al garete cuando algo en mi interior se quebró. Fue algo explosivo, como si las jarcias de un barco se rompieran todas al mismo tiempo y las velas aletearan descontroladamente. Perdí el control. Miranda se acercó más y volvió a abrazarme. Ahogué el llanto en su cabellera, mientras ella me aferraba con fuerza. —Nunca más volveré a preguntártelo —me decía mientras me pedía perdón una y otra vez—. No hace falta que hablemos de ello, nunca más. Permanecimos así durante mucho tiempo. Cuando las lágrimas cesaron encontré que la oscuridad que me proporcionaba el abrazo de Miranda era reparadora, y seguir junto a ella me pareció la mejor idea del mundo. No pensé en qué le diría a continuación, o en cómo serían las cosas de ahí en adelante, simplemente me dejé llevar por lo que más quería en ese momento, y eso era abrazarla y dejarme abrazar. Esta vez, mis brazos hicieron más que la vez anterior y rodearon el delicado cuerpo de mi amiga, estrechándolo con fuerza. Todo iba a estar bien, pensé. Entonces advertí cómo Miranda, sin soltarme —ni yo a ella—, estiraba uno de sus brazos y le daba cuerda a una de las manivelas de la caja de música. La melodía hizo que nos meciéramos ligeramente. + Leer más |
El pantano de las mariposas de Federico Axat
(...) —A qué te refieres con «la manera en que lo piensas» —dije mientras lo seguía. —A que si le pones un nombre, entonces le das vía libre a tu cabeza para pensar: Sebastian me está mirando; Sebastian tiene vida propia; Sebastian es un jodido gnomo de piedra capaz de patearme el culo. —¿Si no tiene nombre no lo piensas? —No. Es como ese árbol de allí; ponle un nombre y verás cómo querrá atraparte al pasar. |
Moby Dick, Herman Melville