El pantano de las mariposas de Federico Axat
Cuando consigues aquello que anhelas, de vez en cuando necesitas mirar atrás, sentirte vulnerable otra vez.
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
Cuando consigues aquello que anhelas, de vez en cuando necesitas mirar atrás, sentirte vulnerable otra vez.
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
—Sam, yo… ¿te gusto? —preguntó tímidamente. —¿Qué? —Forcé una sonrisa, negando con la cabeza, como si aquella pregunta fuera el disparate más grande que hubiera escuchado en mi vida—. Eso es ridículo, no tiene sentido. Eres mi amiga. Intenté dotar a la frase de una convicción casi indignada, pero todo se fue al garete cuando algo en mi interior se quebró. Fue algo explosivo, como si las jarcias de un barco se rompieran todas al mismo tiempo y las velas aletearan descontroladamente. Perdí el control. Miranda se acercó más y volvió a abrazarme. Ahogué el llanto en su cabellera, mientras ella me aferraba con fuerza. —Nunca más volveré a preguntártelo —me decía mientras me pedía perdón una y otra vez—. No hace falta que hablemos de ello, nunca más. Permanecimos así durante mucho tiempo. Cuando las lágrimas cesaron encontré que la oscuridad que me proporcionaba el abrazo de Miranda era reparadora, y seguir junto a ella me pareció la mejor idea del mundo. No pensé en qué le diría a continuación, o en cómo serían las cosas de ahí en adelante, simplemente me dejé llevar por lo que más quería en ese momento, y eso era abrazarla y dejarme abrazar. Esta vez, mis brazos hicieron más que la vez anterior y rodearon el delicado cuerpo de mi amiga, estrechándolo con fuerza. Todo iba a estar bien, pensé. Entonces advertí cómo Miranda, sin soltarme —ni yo a ella—, estiraba uno de sus brazos y le daba cuerda a una de las manivelas de la caja de música. La melodía hizo que nos meciéramos ligeramente. + Leer más |
El pantano de las mariposas de Federico Axat
Me observó con ojos profundos. Tan fuerte fue la conexión que por un instante temí por mis sentimientos secretos.
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
(...) —A qué te refieres con «la manera en que lo piensas» —dije mientras lo seguía. —A que si le pones un nombre, entonces le das vía libre a tu cabeza para pensar: Sebastian me está mirando; Sebastian tiene vida propia; Sebastian es un jodido gnomo de piedra capaz de patearme el culo. —¿Si no tiene nombre no lo piensas? —No. Es como ese árbol de allí; ponle un nombre y verás cómo querrá atraparte al pasar. |
El pantano de las mariposas de Federico Axat
Con una leve inclinación de cabeza y abriendo al máximo los ojos, procuré responderle a mi amigo que a veces, con las mujeres, un poco de cariño y contención es mejor que un cóctel de sinceridad. Él asintió suavemente.
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
Si Billy hacía por ella sacrificios en su dieta alimenticia —claramente uno de los puntos no negociables entre él y la humanidad—, estaba dispuesto a hacerlos con casi cualquier cosa.
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
Sentí el impulso de acercarme y abrazarla, pero fue una idea que nació y murió en el mismo instante.
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
Mi mente había jugado a llenar los vacíos, construyendo su risa, inventando un tono melodioso para su voz, moldeando su corazón. Un corazón que me aceptara sin prejuicios, que fuera capaz de derribar los muros que nos separaban y allanar las diferencias. Pero ¿tenía alguna certeza de que mis deseos se acercaran siquiera a la realidad?
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
(...)en su rostro había una constante pátina de tristeza, una cualidad distante y sombría que la hacía misteriosa, al menos a mis ojos.
|
El pantano de las mariposas de Federico Axat
Era como estar a su lado, robándole instantes sin que ella lo supiera; «como si yo fuera invisible», pensé con una mezcla de fascinación y vergüenza. Cuando bajé los prismáticos por primera vez, la visión distante que tantas satisfacciones me había dado en el pasado se me antojó ahora insulsa e insuficiente.
|
La hija ejemplar de Federico Axat
Ahora sé que la maldad se esconde donde menos lo esperas, y que los sitios donde te creías más segura pueden resultar los más peligrosos.
|
La hija ejemplar de Federico Axat
Una buena entrevista es como robar un banco: entras, te llevas algo que no te pertenece y te marchas a toda velocidad.
|
|
La última salida de Federico Axat
Esa oscuridad es.... como un parásito horrible que te acompañará siempre. No puedes permitir que te devore.
|
La última salida de Federico Axat
Aquella necesidad de ser tenido en cuenta, de formar parte, esperaba como un virus en estado de latencia, como en los viejos tiempos, cuando en el patio escolar se arrastraban por un segundo de atención.
|
La última salida de Federico Axat
La mente es una caja mágica. Llena de trucos. Siempre se las ingenia para darte un aviso. También para darte una vía de escape. Una puerta...
|
La hija ejemplar de Federico Axat
—Y una cosa más. Todo el mundo te dice que no dejes de ser tú mismo. Y sé que es la frase más trillada del mundo, pero no dejes de ser tú mismo. ¿Sabes qué significa eso? No hagas nada en lo que no creas. Nada. Si los productores toman el control de tu carrera, estás liquidado.
|
|
La hija ejemplar de Federico Axat
Tú eres muy joven, pero cuando tienes una cierta edad, puedes mirar hacia atrás e identificar algunos hitos claves en tu vida; puntos de inflexión. En aquel momento quizás no lo ves, pero con la distancia es más sencillo.
|
La hija ejemplar de Federico Axat
Hoy, la verdad era un ser decrépito abandonado en un asilo de ancianos que a nadie le importaba una mierda. Ese, para Tim, había sido el golpe definitivo: la degradación de la verdad.
|
La edad de la inocencia