La piel es un libro que me ha gustado mucho, una oda a la psoriasis una enfermedad crónica de la piel, aún mal conocida y que no tiene cura aunque si tratamiento, que no siempre funciona. Sergio del Molino aborda lúcidamente el tema y narra lo difícil que fue para él crecer y soportar esta cronicidad, esta verdadera lacra que lo marcaba con fuego; lo hace con tal inteligencia, erudición, burla y desparpajo, que es un placer de lectura. El libro es atípico porque es una mezcla simpática de muchos géneros : una autobiografía sin concesiones, un ensayo, un testimonio sobre la psoriasis, un libro inter textual sobre otras personas que sufren o sufrieron la enfermedad y que eran literatos. Pero va más allá que el tema de la psoriasis porque invoca la importancia de la piel en el ser humano, la primera barrera infecciosa, la primera defensa (contra las infecciones y contra « el otro yo »). La portada de la novela es bonita, un close-up sobre un detalle de un cuadro del maestro inglés del claroscuro, Joseph Wright of Derby, un ojo del propio pintor que parece mirarnos desde su alma, rodeado de varios matices de piel… Sergio del Molino analiza la vida y algunas obras de gente conocida que sufrió de la psoriasis. Muchas páginas las dedica al déspota sanguinario en que se convirtió Staline que nunca descubría su anatomía ocultando su enfermedad. Siguiendo los consejos de un amigo que le dijo que las aguas del Mar Negro hacían maravilla sobre la psoriasis, arregló cómodamente una dacha, se hizo construir una piscina con estas aguas « milagrosas », puso una pantalla delante de la piscina para que nadie lo viera en cueros; se daba largos baños a los cuales solo podían asistir, su hijo adoptivo y su amigo Kirov. del Molino emite la hipótesis de que la crueldad del déspota proviene en parte del picor, el dolor reumático, la vergüenza, y sobre todo la envidia del broceado y de la piel fina sin más imperfección que una peca diseminada en el nacimiento del cuello, lo que causó el desastre. Y es esa iridiscencia cárdena, esa forma que tiene la piel del enfermo de latir e importunar, la que induce a la venganza. Las páginas dedicadas al escritor estadounidense John Updike son también impresionantes. Su personaje Rabbit era la sublimación por la libertad de su enemiga, la psoriasis. Updike sabía que los baños de sol ponían la enfermedad a bajo ritmo, de manera que se rendía solo y cada año a Anguilla donde se daba largos baños de sol volviendo a New York casi con una piel sana con el riesgo de desarrollar un cáncer de piel. Escribió sobre la psoriasis en su libro El Centauro (1963). Otros personajes famosos sufrieron de esta anomalía genética, productora de células cutáneas en tal cantidad que el cuerpo pierde control y comienza a acumularlas en placas y escamas. Por ejemplo Cindy Lauper, la reina Isabel II de España, Vladimir Nabokov (que escribe abiertamente sobre la psoriasis en su libro Ada o el ardor,1969), Ernest Hemingway, Pablo Escobar el narco. El capítulo consagrado al racismo por el color de la piel es un monumento de justeza y de raciocinio. La anécdota que cita de los niños Jax y Reddy en los EEUU, es preciosa. Las páginas consagradas al tratamiento son un monumento de verosimilitud, esa expectativa, esa búsqueda, ese tanteo cruel en encontrar la molécula que pudiera frenar ese descontrol celular. Es realmente un libro que situa muy bien esta enfermedad y que toda persona que la padece y sobre todo, cada dermatólogo podría leer. Enlace: https://pasiondelalectura.wo.. + Leer más |