Cuando estaba en sexto grado, un día, hablando con la maestra, de un momento a otro, por algún motivo que desconozco, se me quedó mirando para de repente decirme que tenía un libro que le gustaría que yo lea. al otro día me llamó para que me acercara y sacó de su cartera una edición azul, super linda con el arbolito de naranja-lima en el medio. Me lo llevé a mi casa, quizá más concentrada en el hecho de que la maestra misma me había prestado a mí un libro que estaba totalmente fuera del repertorio de clases. Lo leí. Y no sé si en aquel momento entendí el semejante peso de la historia. Mi planta de naranja-lima es una historia que te mete tan de lleno y avanza con tanta naturalidad que ni siquiera te das cuenta. Y cuando se habla de ella es imposible no adoptar un tono tan repleto de dulzura como tristeza, como cuando se habla de la vida. Amé la historia. Quedé tan ahogada en los personajes que por mucho tiempo estuve esperando lo peor. Si es que acaso lo había... Sí, lo había. Y lo peor terminó por golpearme de otra forma, de una que ni me esperaba. No sé si existen palabras exactas con las que pueda describir lo que pasa en esas páginas, diría más bien que deberían leerlo porque no tiene desperdicio. La manera en la que se vive, se crece, condicionados por el mundo que nos rodea, en el cual a veces normalizamos tantas cosas por más que nos lastimen y nos duelan. La desesperación por querer salir de una realidad de la que a veces no se tiene escapatoria, o de la cual no se tienen recursos para hacerlo. Aceptar nuestro día a día sabiendo lo mal que está, lo mal que nos hace, tener que entender que debemos aceptarlo porque no va a cambiar. Y cuando nosotros cambiamos, la decepción, al final del día, duele más. A pesar de todo, en el medio de tanto dolor siempre hay cosas lindas. Tan lindas que sobre pasan hasta nuestro propio entendimiento, que incluso siguen estando ahí, por el resto de nuestra vida, aunque ya no las tengamos más. Enlace: https://ornellassx7.wixsite... + Leer más |