Un caballero de East End

Una historia muy bien escrita que refleja las diferencias sociales de la época victoriana.

Nos situamos en Londres, en 1887. La estratificación social en Inglaterra es muy marcada, por un lado está la sempiterna nobleza, con sus títulos y sus posesiones; por otro, aparece una nueva clase social: la burguesía, que son quienes tienen en realidad el dinero, y la clase obrera, que vive en condiciones precarias. La narración nos lleva a pasearnos entre estos tres ambientes, presentándonos personajes que pertenecen a cada uno de estos estratos.

La autora nos presenta una trama principal en la que, a mi parecer, el romance es el telón de fondo, y una subtrama protagonizada por unos personajes secundarios que resultan bastante carismáticos.

Connor O'Malley es el protagonista de la trama principal y, de hecho, la historia le pertenece más que a ningún otro personaje. Tras perder todas sus posesiones en Irlanda a causa de las deudas de juego de su padre, Connor viaja a Londres, junto con su hermana Dreide, en busca de una vida mejor. Sin embargo, se topa con la realidad de una sociedad en la que no tiene cabida un caballero que desee trabajar, lo que los deja en una situación precaria. Obligado a vivir en el East End, Connor vive a caballo entre dos mundos: el de la pobreza y la necesidad, el hambre y la enfermedad; y el de las fiestas y lujos de la alta sociedad que frecuenta. Y este es el centro de la trama, el conflicto interior que vive. El rencor que lo atenaza, la hipocresía que lo desespera y el amor por su hermana, lo llevan a tomar decisiones equivocadas.

Connor es un personaje con el que me ha costado empatizar, a pesar de conocer sus motivos para actuar y comprender, de algún modo, sus decisiones. Durante casi toda la narración nos presenta su lado más oscuro, sus sombras, que parecen diluirse un tanto cuando conoce a Lillian. Ella le aporta luz, aunque da la sensación de que no es suficiente para hacerle cambiar, al menos, no hasta el final. Las penurias por las que pasa, sus reflexiones y sentimientos, dominan la historia, rica en detalles sobre la vida de las diferentes clases sociales.

Lillian es una joven nacida en la clase burguesa. Decidida a salir adelante por sí misma, busca trabajo como institutriz, ya que considera una pérdida de tiempo las fiestas y el coqueteo, incluso el matrimonio. Conocer a Connor le hará ir cambiando de idea poco a poco. En ella sí se percibe esa evolución, como personaje, que es más difícil encontrar en Connor. El amor que encuentra le llevará, casi al final de la historia, a tomar una decisión importante entre los principios que siempre ha defendido y el hombre al que ama. El romance entre los dos tiene más peso en la segunda parte de la novela, ejerciendo como telón de fondo de la situación personal de Connor.

Mención especial a Erik y Dreide, que ocupan un segundo plano en la narración, pero que me han parecido personajes más profundos y, sobre todo, más luminosos, aportando calidez a la historia. Sin duda, su historia de amor merece la pena que tenga una novela propia.

La narración de Ana es estupenda. Su estilo es elegante, cuidado, con un equilibrio narrativo que nos sumerge en la ambientación casi sin esfuerzo, aunque ha habido detalles de esta que, quizá, me han chirriado un poco para la época. Sin duda, seguiré leyendo a Ana.