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Dios mío, si aquel era el sitio de Mendel, de Jakob Mendel, Mendel el de los libros. Veinte años después había ido a parar de nuevo a su cuartel general, el café Gluck, en al parte alta del Alsertrase
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Dios mío, si aquel era el sitio de Mendel, de Jakob Mendel, Mendel el de los libros. Veinte años después había ido a parar de nuevo a su cuartel general, el café Gluck, en al parte alta del Alsertrase
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Me enfadé, como se enfada uno siempre que un fallo le hace ser consciente de la insuficiencia e imperfección de las fuerzas mentales, pero no perdí la esperanza de recuperar aquel recuerdo.
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Solo entonces comprendí, al cabo de los años, cuanto es lo que desaparece con semejantes seres humanos.
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Cómo se sentaba allí, invariable e impertérrito, la mirada tras las gafas fija, hipnóticamente clavada en un libro.
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¿Para qué vivimos, si el viento tras nuestros zapatos ya se está llevando nuestras últimas huellas?
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Pues el hecho de poder tener un valioso libro entre las manos significaba para Mendel lo que para otros el encuentro con una mujer
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises