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Críticas sobre Thérèse Raquin (23)
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sandey
 12 November 2021
Increíble sin lugar a dudas mi mejor libro del año y lo que tarde en empezar con Zola por miedo por ser un clásico. Es un libro super completo y maravilloso desde la página 1 hasta la última. Lo malo de que me gustará tanto es que ahora las otras lecturas tanto del autor como de otros van a tener el listón muy alto. Su pluma es ágil y como te transporta para vivir esas atmosferas que te cuenta.
Es un libro que te absorbe entre sus páginas, no pongo de que trata porque creo que es mejor entrar como yo sabiendo lo menos posible para disfrutarlo al máximo.
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Celia_0504
 26 October 2021
Me da mucha pena que esta novela no haya terminado de gustarme del todo, porque ha sido culpa mía y de las circunstancias. El mismo día que la comencé me surgieron ciertas cuestiones personales y relacionadas con mis estudios que me absorbieron por completo y me impidieron coger el libro por días. Así que cuando volví con él me pasaron dos cosas 1) estaba mentalmente cansada. 2) me fue imposible volver a conectar con esta lectura. Y es una absoluta pena que por esto no haya podido disfrutar de esta novela como se merece. Me encanta Zola y hacia unos cuatro años que no tenia nada de él en mis manos, así que me hacia mucha ilusión leer de nuevo algo de él, y este libro era al que más ganas tenía de todos los que tengo pendientes de él..

Basada en hechos reales, la novela recibe su nombre de su protagonista femenina, la cual ha sido criada por su tía, una amable y mojigata mujer que ha sobreprotegido a su enfermizo y debil hijo, Camile, con quien ha casado a Thérèse, condenándola a una vida de tedio y pasividad. Trabajando en una húmeda y oscura mercederia parisiense, Thérèse ve pasar su vida sin ninguna ilusión hasta que aparece en escena Laurent, un amigo de su esposo con el que empezara una tormentosa aventura que les llevara a asesinar al melindroso y débil Camile. Un crimen que, lejos de ser el final, marcara el inicio de una tragedia domestica de odios y remordimientos.

Zola es un escritor al que no se le puede poner ni una cosa negativa como autor. No se corta ni un pelo a la hora de representar a sus protagonistas, no ahorra a sus lectores ningún dato espinoso y se recrea en todos sus matices, recreando, en todo su esplendor, la inmundincia de su degradación humana, la forma en como van perdiendo todos sus rasgos de humanidad para convertirse en animales rabiosos y acorralados, presas del odio, los remordimientos y los miedos, lo que les llevara a la locura y la desgracia. Los dos están nítidamente trazados a nivel psicológico: Thérèse como una mujer apasionada a la que las circunstancias la han llevado a reprimirse social y psicológicamente, de ahí que viva profundamente asqueada, odiando a su familia y a la sociedad que la rodea. Laurent, por su parte, es un hombre bruto y egoísta que solo vive para él y sus pasiones, con la meta de vivir bien sin tener que trabajar. Ambos piensan que deshaciéndose de Camile podrán ser felices juntos, pero esto solo acabará marcando su perdición. Son dos anti-héroes en todos sus sentidos. Su historia es una cruel y repugnante parodia del amor y todo lo positivo que hay en el ser humano. No son dos amantes románticos al uso. Todas sus desgracias vienen cuando parece que tienen el camino despejado para ser felices, y no provienen de su amor reciproco, sino del estrés y la inestabilidad mental que les produce el asesinato que cometieron y el miedo a ser descubiertos. Y ni por eso tienen redención, ya que nunca lamentan el haber matado a alguien tanto como la inestabilidad que les produce el hecho de haber cometido un crimen y ser descubiertos.

Me parece importante señalar que “Thérèse Raquim “es una obra muy relevante para la historia de la literatura y su porque, al ser la primera inscrita en el Naturalismo, del que Zola es su principal exponente a nivel mundial. El fue quien mejor escribió un manifiesto sobre este movimiento en el prologo de la segunda edición de la presente obra, el cual creo (creo) que se encuentra a modo de prologo en la mayoría de ediciones de la novela :

“Creo que se empieza a comprender que el fin que perseguido ha sido, ante todo, un fin científico. Cuando fueron creados los dos personajes, Thérèse y Laurent, me complací en plantearme y resolver ciertos problemas: así, he tratado de explicar la extraña unión que puede producirse entre dos temperamentos diferentes y he ex puesto las profundas perturbaciones que ocasiona en una naturaleza sanguínea el contacto de una naturaleza nerviosa. Léase la novela con atención y se verá que cada capítulo es el estudio de un caso curioso de fisiología. En suma, mi único deseo ha sido, dados un hombre po tente y una mujer insatisfecha, buscar en ellos la bes tia, incluso no ver más que la bestia; echarlos en brazos de un drama violento y anotar escrupulosamente las sen saciones y actos de dichos seres. Me he limitado a hacer, en cuerpos vivos, el trabajo analítico que los cirujanos realizan en los cadáveres.”

Un objetivo que Zola logra sin concesiones de ningún tipo y de la forma más cruel y contundente posible. de ahí que si alguien me lo preguntase, sin duda le animaría a empezar a leer a Zola (y no lo ha hecho) con este libro. Un libro que, por cierto, mientras leía no podía dejar de comparar con otra joya de la literatura francesa decimonónica , y también de corte naturalista: “Madame Bovary” de Flaubert.Sobre todo en las dos protagonistas de sendas obras ,Thérèse y Emma Bovary. Ambas son representadas como mujeres a las que sus autores disculpan en cierto sentido, reconociéndoles que no se encuentran en el lugar que realmente les correspondería, que merecen matrimonios mejores y más felices, víctimas de sus pasiones, de su lugar en la sociedad y del entorno en el que se mueven (este, por cierto, es otro de los pilares del naturalismo). Pero tampoco los dos escritores en cortan en reconocer sus errores, sus defectos y como sus propios impulsos y actos las llevan a la perdición. Y realmente creo que Zola es incluso más duro y taxativo con su Thérèse, que Flauvert con Emma (Aunque debo decir que hace muchísimo tiempo que leí “Madame Bovary”, es uno de esos libros que tengo que volver a releer en cuanto pueda).Son dos obras y protagonistas en cierto sentido, perfectamente hermanadas.

Volviendo a los personajes de la novela, a Thérèse y Laurente les acompañan una galería de personajes, a los que Zola no dedica tanto tiempo a describir como a los traicioneros amantes, pero a los que dedica lo justo y necesario para convertirlos en una parodia de la condición humana y la sociedad del Paris de clase media del siglo XIX. Mención especial para Madame Raquin, una de las principales víctimas (para mi) de esta tragedia. Es un personaje que al principio puede parecer muy secundario, pero que a medida que va avanzando la novela se va convirtiendo en uno de los principales motores de todos los acontecimientos, amén de ser uno de los personajes que tiene la evolución humana más terrible que he podido leer no solo en este libro, sino en muchas otras novelas. Madame es, probablemente, el único carácter que puede llevar a lector a sentir compasión o empatía, y tiene mucho más que decir de que lo que puede parecer a simple vista al principio de la obra.

Os juro que no es una novela para nada mal escrita, de hecho creo que en otras circunstancias la hubiera disfrutado muchísimo (dentro de todo lo que se puede disfrutar los horrores humanos que Zola nos presenta). Zola es en su trabajo sencillamente brillante, sabe hacer una obra maestra y que remueve las entrañas del lector, de un argumento que en manos de alguien menos hábil se hubiera quedado en un mero pastiche de corte moralista y plagado de clichés. Creo que solo hay un pero que pueda ponerle: para mí el clímax de la historia llegó bastante rápido (aproximadamente a las 100 páginas de la edición que yo he manejado).A partir de ahí todo es ver las consecuencias del crimen principal como va afectando, paulatinamente, a nuestra pareja protagonista. Ningún pero a esto, es el fin de Zola al escribir este libro y cualquier otro (naturalismo, amigos). La trama sigue avanzando condimentada con diferentes descripciones de la psique, la cordura y el estado de animo de Thérèse y Laurent van metamorfoseando hasta llegar al infierno con todo lujo de detalles y tonalidades. Pero quizás, lo que menos me ha gustado ha sido que ciertos detalles importantes para lo que es la propia trama propiamente dicha pasan muy rápidos. de hecho al final, para mí, me ha resultado un tanto precipitado. Pero incluso esto lo cojo con pinzas. Creo que al ser tan rápido (y previsible, para que mentir) también impacta muchísimo al lector, más que si fuera un desenlace narrado de forma más pausada. La escena final, con las últimas frases que cierran la novela, me dejó totalmente impactada durante los minutos posteriores a finiquitarla, en serio.

Thérèse Raquin” es la salvaje y oscura crónica de la caída humana y moral de una pareja que, independientemente de lo que sientan uno por el otro, están condenados a compartir una conexión mutua cuasi sobrehumana y a cargar con el mismo destino. Ninguno de los dos son ángeles caídos, ambos parten de una naturaleza violenta y egoísta desde el principio, pero a medida que van sucediéndose las páginas vemos como van convirtiéndose en sombras de lo que fueron, algo sórdido y sucio. Es una novela de miseria humana, bajeza moral, odios demoledores, hipocresía cruel y pasiones exacerbadas. Llevará al lector a la cara b de la condición humana, a preguntarse sobre si la bondad y la compasión pueden llegar a darse en el ser humano, y hasta donde puede llegar por conseguir sus más pecaminosos deseos .

Creo que en dos o tres años volveré a leerla de nuevo, para darla la oportunidad y disfrutarla apropiadamente y ver con más calma todas las cosas positivas que tiene y que no he podido disfrutar plenamente en esta ocasión.
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Inquilinas_Netherfield
 20 November 2019
"Las inquilinas de Netherfield" nació con la conciencia tan clara de dar a conocer obras y autores clásicos poco conocidos por estas tierras que muchas veces me doy cuenta de que apenas hay presencia en Netherfield de clásicos universales (o al menos de esos que sí están reconocidos como tales). Eso a pesar de que, si os soy sincera, algunos los he leído o releído desde que nació el blog, pero luego no os los he traído aquí: no me da tiempo a hablar de todo lo que leo, así que se han quedado sin reseña y he preferido que ese hueco lo ocupase un clásico menos renombrado. Por la causa que sea, a Thérèse Raquin sí he querido darle sitio en el blog, y no deja de tener su gracia porque no tengo ni idea de cómo reseñarlo. No hay palabras que yo consiga escribir, ideas que intente transmitir, que puedan acercarse ni remotamente a la complejidad tanto psicológica como documental que Émile Zola alcanzó en esta historia.

Siendo una niña, y tras quedarse huérfana de madre, Thérèse queda al cuidado de su tía, la señora Raquin, quien vive junto a su hijo Camille en una casita a orillas del Sena. Camille es un niño enfermizo y la señora Raquin una madre sobreprotectora y agobiante en sus cuidados, y así, en un ambiente repleto de enfermedad, medicinas y quietud silenciosa, compartiendo cama con su primo, crece Thérèse... y cuando ambos tienen la edad suficiente, a la señora Raquin le parece lo más normal del mundo que se casen. Y cuando Camille decide que debe ganarse la vida y salir de la sobreprotección perpetua en la que le tiene enclavijado su madre, se mudan a París sin más demora. Y allí, tras el mostrador de una mercería oscura, lóbrega y deprimente situada en un callejón de paso oscuro, lóbrego y deprimente, Thérèse se resigna a ver la vida pasar ante sus ojos.

Pero no os he hablado de Thérèse... Thérèse es una muchacha de salud de hierro a la que han criado como si padeciese la misma enfermedad de su primo. Obligada a tomar medicinas que no necesita, a vivir en un perpetuo silencio, a no hacer ruido, a reprimir emociones... se ha convertido en una mujer fría, callada, que pasa por la vida a hurtadillas mientras por dentro le comen el fuego, la pasión y la energía. Es una actriz consumada a la espera de que algo, o alguien, le haga salir de su guarida, y ese alguien será Laurent, el mejor amigo de Camille. Los dos comienzan una relación adúltera en la que Thérèse será al fin ella misma y Laurent se dejará llevar por una pasión que ninguna mujer le había entregado antes así. Pero amarse a escondidas pronto se les quedará pequeño, y sus miradas se dirigen hacia Camille... el pusilánime y ridículo Camille... sería tan fácil deshacerse de él y poder amarse libremente...

Aunque no se sepa nada sobre la intencionalidad con la que fue escrita, Thérèse Raquin se disfruta como lo que es, una grandísima novela en la que el lector asiste a la degradación progresiva de dos personajes que primero se ahogan en el adulterio, que creen que conseguirán respirar mucho mejor tras cometer un asesinato y que, en cambio, lo único que encuentran es su perdición, una perdición que no vendrá de la persecución policial ni de las sospechas de su crimen, sino de sus propias mentes, unas mentes que les hace prisioneros de su acto y que no solo les hunde en aparentes remordimientos, sino en un torbellino de emociones, miedos, pasiones, desconfianzas y alucinaciones que son incapaces de gestionar y que irá acabando con ellos poco a poco. En esta novela da igual que sepáis que se comete un asesinato y quién es el asesinado, porque el asesinato es solo el medio que usa el autor para llevarnos donde realmente quiere llevarnos: al estudio de la naturaleza de unos asesinos que, tras cometer un crimen, se hunden en la irracionalidad devorados por sus propios instintos. Y eso me lleva al inicio de este párrafo: Thérèse Raquin fue escrito con una intencionalidad muy concreta más allá de contarnos una historia.

Antes de seguir, y por si alguno de vosotros se salta la sinopsis cuando lee las reseñas, os repito aquí un fragmento de ella porque reproduce algunas palabras del propio Zola sobre el libro, y sinceramente creo que él, en un párrafo, lo dice todo, absolutamente todo lo que podréis encontrar en Thérèse Raquin, algo que yo no puedo soñar con explicar en mil párrafos míos:

«...pretendí estudiar temperamentos y no caracteres. En eso consiste el libro en su totalidad. Escogí personajes sometidos por completo a la soberanía de los nervios y la sangre, privados de libre arbitrio, a quienes las fatalidades de la carne conducen a rastras a cada uno de los trances de su existencia. Thérèse y Laurent son animales irracionales humanos, ni más ni menos. Intenté seguir, paso a paso, en esa animalidad, el rastro de la sorda labor de las pasiones, los impulsos del instinto, los trastornos mentales consecutivos a una crisis nerviosa.»

Zola se vio en la necesidad de explicar la finalidad del libro en un prólogo posterior a la primera edición porque, en un inicio, sin esas explicaciones, fue acogido como una depravación obscena digna de ser quemada en la hoguera. ¿Por qué? Porque los así llamados remordimientos no son tales. Thérèse y Laurent son malas personas, y punto. de principio a fin, desde que deciden cometer un asesinato consecuencia de su adulterio hasta el final de la obra. No se arrepienten de lo que hicieron, no tienen corazón ni alma. Lo que les lleva a los infiernos, por tanto, no es la mala conciencia, sino en un primer momento sus instintos y pasiones naturales, y después la inestabilidad mental que se apodera de ellos provocada por el estrés de la situación, a la que intentan engañar con mil triquiñuelas que no les sirven de nada. Zola se propuso estudiar el comportamiento de estas dos personas con una aproximación que él mismo definió como científica que hace que este libro esté considerado como el primero que puede incluirse dentro del movimiento naturalista (y de ahí su importancia en la historia de la literatura).

No es mi intención explicar aquí a fondo en qué consiste el naturalismo, se puede encontrar mucha información en internet si se busca, pero para comprender Thérèse Raquin adecuadamente sí que es conveniente entender que Émile Zola fue su máximo representante, y que ese prólogo del que os hablo en el párrafo anterior, al que pertenece el fragmento que también incluyo arriba, precisamente sentó los principios y fundamentos teóricos del movimiento (altamente emparentado con el realismo), cuya intención era, a muy grandes rasgos, la de documentar la realidad en todos sus ámbitos de una manera objetiva e irrefutable. Algunos de esos fundamentos precisamente dicen que los instintos, las pasiones y el entorno pueden regir la conducta humana (principios del determinismo), y que las inclinaciones naturales no pueden ser controladas. Ahí es donde se asientan las bases de Thérèse Raquin.

Así que lo que, considerado de manera superficial, puede parecer "solamente" una historia de adulterio, pasiones, asesinato y locura, realmente es un experimento escrito con la curiosidad de un científico en el que el argumento solo es la excusa para diseccionar los mecanismos que articulan al ser humano. Por eso el estilo del autor en ningún momento es florido, retórico ni se anda por las ramas; al contrario, cual investigador en su laboratorio saca a los personajes de sus jaulas y experimenta con ellos, inyectándoles pasiones de todo tipo, instintos primarios, miedos, desequilibrios... y los sitúa en un entorno controlado en el que no cabe voluntad alguna por parte de los protagonistas. No tiene misericordia con ellos, no les otorga una conciencia que no tienen... simplemente les deja ser ellos mismos, les permite reaccionar acorde a su naturaleza, examina su comportamiento bajo todas esas condiciones y anota los resultados sobre las páginas.

Y ese resultado, creedme, es una joya de la literatura. Porque aunque Zola tuviera en mente un fin muy superior al que se le presupone a una novela, el lector lo que se encuentra es un pormenorizado estudio del temperamento humano y su interacción con el entorno y sus semejantes: Thérèse es nerviosa y pasional, Laurent es visceral y carnal, y en base a unas naturalezas tan diferentes el lector conoce cada pensamiento, cada inquietud, cada temor, cada intento de engañarse a sí mismos o a los demás, sin idealismos ni escudos que amortiguen lo que realmente son. En cierto modo, y si se lee con perspectiva, es fácil entender por qué levantó las ampollas que levantó en el momento de su publicación. Zola no esconde nada, no atempera nada, y sus dos personajes principales son como son. Son lo que son. Y así quedan retratados ante el lector.

A todo esto, no he hablado de la señora Raquin en toda la reseña... la señora Raquin está en la novela, no se ha ido a ninguna parte. Pero su destino, su papel en la historia, debe ser descubierto con el transcurrir de las páginas, no antes. Zola le tiene reservado su propio engranaje en toda esta maquinaria.

Thérèse Raquin, huelga decirlo, es de esos clásicos que hay que leer al menos una vez en la vida, y apreciarlo no solo como el estudio del temperamento humano que su autor quiso que fuera, sino como la obra maestra de la literatura que también es. Todo lo que yo os pueda contar es poco, el estudio que hace el autor de los humanos como seres irracionales esclavos de sus instintos y pasiones es tan profundo, intrincado y efectivo que hay que leerlo para llegar siquiera a atisbarlo. Es de esas historias que ya no se olvidan, que buscan un hueco en la psique del lector y ahí se quedan... de esas historias que si os preguntan veinte años después de qué iba, qué pasaba, cómo terminaba, os aseguro que os acordaréis sin lugar a dudas.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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