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ISBN : 842336013X
336 páginas
Editorial: Destino (06/10/2021)

Calificación promedio : 4.5/5 (sobre 2 calificaciones)
Resumen:


En el mes de julio de 1968, Vicente Alós y Andrés Martel, dos amigos que superan de largo la cincuentena, llegan a Ibiza en barco desde Barcelona. Ambos están en un momento difícil de sus vidas: Vicente se ha separado de su mujer y Andrés acaba de quedarse viudo. Los acompañan sus hijas, Sara y Candela, que a pesar de haberse criado juntas son muy diferentes entre sí. Al llegar a la isla se instalan en un hostal solitario situado en una apartada cala... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (2) Añadir una crítica
Beatriz_Villarino
 22 January 2022
A finales del siglo XIX, Hermann Ebbinghaus fue uno de los primeros psicólogos en estudiar la memoria humana. Durante 22 años experimentó consigo mismo, hasta descubrir que tras memorizar una serie de sílabas iba recordando cada día que pasaba un porcentaje menor, sin embargo tras un pequeño repaso la pérdida de memoria disminuía, por lo que lo aprendido en el tiempo se consolidaba.

Pedro Zarraluki, tras nueve años sin escribir, saca a la luz esta novela en la que sus personajes principales, Vicente y Andrés recuerdan, durante los dos meses de verano, lo acaecido en sus vidas. Para ello eligen un lugar casi paradisíaco, una cala de Ibiza, en 1969, donde veranean en el único hotel, regentado por Josefa Martínez. La tranquilidad del entorno invita a la relajación, a reflexionar, y las voces del resto de personajes suponen para los lectores un recuerdo de lo ocurrido en aquella época, para que no lo olvidemos.

La curva del olvido contiene algo de autorreferencialidad; el paso del tiempo y los desgastes que produce en el hombre son evidentes. Andrés y Vicente son amigos, ambos han sufrido reveses en la vida pero cada uno los ha asimilado de distinta manera, porque los caracteres difieren bastante, Vicente es extrovertido, piensa que hay que aprovechar cada momento y disfrutarlo. Su hija, Sara, tiene una forma de ser parecida, decidida, alegre, sensual, goza casi constantemente, entre otras razones porque tiene lo que desea, no sabe qué son problemas económicos ni prohibiciones familiares. Por el contrario, Andrés es retraído, de natural pesimista, inseguro; sabe que se aprovecha de Vicente, de su dinero y de sus contactos y, aunque sufre por ello no puede dejarlo porque es más cómodo sentirse protegido y vivir bien, sin embargo cierto rencor hacia él mismo le impide disfrutar de casi cualquier cosa. Su hija, Candela, tiene asimismo un carácter indeciso. No se siente cómoda en la sociedad, ni en la universidad, ni consigo misma. Mantiene cierta envidia hacia Sara por su alegría y despreocupación.

Ambas conservan una amistad que dura más de 10 años, tan estrecha, que el trato es familiar, y al tener la misma edad, unos 20 años, van quedando envidias, celos derivados de que ambas se sienten infravaloradas respecto de la otra «Sara […] la fastidiaba estar allí en un entorno tan familiar. Candela no era desde luego la persona más jovial del mundo», hasta que se deciden a hablar y cada una ve las cualidades de la otra.

También Andrés y Vicente se sinceran entre ellos, sacan el rencor que llevan dentro y entienden el porqué de lo ocurrido en sus vidas. En realidad, ayudan poco a sus hijas porque ellos se sienten más perdidos. Un suceso catastrófico hizo que Andrés se quedase viudo y Vicente se separase de su mujer. Ni uno ni otro lo han encajado bien por lo que, a modo de defensa hacia ellos mismos dejan ver el peor lado de cada uno. Vicente, arquitecto mediocre, raya en la prepotencia, la mala educación ante los empleados y ante cualquiera que él considerara de un nivel socioeconómico menor. Es un inconsciente y bebe casi de continuo, conduciendo incluso borracho y poniendo en peligro la vida de su familia «Aunque Vicente conducía despacio, el Dos Caballos se bamboleaba en las curvas. Candela, tumbada en el asiento de atrás, se había quedado dormida».

Por su parte, Andrés, anticuario, se piensa un culto hombre de negocios cuando en realidad es otro de aquellos a quienes desprecia, un usurpador de cualquier parte del mundo, «Aquellos tipos necesitaban compradores como él, profesionales serios, y no expoliadores aventureros llegados de cualquier parte del mundo».

La corrupción, en un país gobernado por corruptos, era usual. Andrés es el modelo que ocupa el escalafón más alto. En el más bajo estaría Sebastián, el que encuentra las ánforas y otras antigüedades enterradas en la isla y, aunque no entienda de arqueología, sabe que son caras, y las vende con el beneplácito de Tomás, su cuñado, un guardia civil que quiere buena parte del botín «—Sin embargo –confirmó el guardia civil–, todo al final es cuestión de precio. Y de discreción». La desfachatez que hoy nos viene a la mente al contemplar escenas como esta, eran la normalidad de la época tardofranquista en la que abundaron expoliadores desalmados, aun en nombre del país.

El realismo de la curva del olvido es evidente, hay referencias periodísticas de la desproporción entre las acciones del caudillo y las de los españoles, y todas tratadas con la misma intrascendencia, «Franco había estado el día anterior en el club de golf La Zapateira y por la tarde había salido a pescar; seis sacerdotes habían sido detenidos en Vizcaya por negarse a que entrara la bandera española en su iglesia».
El paso del tiempo es el arma utilizada por el gobierno para reforzar el en pueblo la curva del olvido y que diera la impresión de que España era un país afortunado «nadie quería recordar […] El Régimen empezaba a relajar su despiadada venganza y celebraba ya los años de paz en lugar de los años de victoria». Las calamidades del resto del mundo no nos incumbían ni nos afectaban y era usual, sobre todo en lugares de costa, el contrabando. Los objetos arqueológicos no servían para investigar en nuestras raíces, tan era la cultura de los gobernantes, así que el expolio estaba a la orden del día, otro negocio cualquiera para algunos afortunados mientras la clase baja debía conformarse con realizar trabajos de todo tipo sin ninguna preparación. Era mano de obra barata que no pretendía mejorar en el trato obtenido ni en sus expectativas «la dueña se ha encerrado en la cocina. Y encima me ha dicho que para pagar todo esto me tiene que rebajar el sueldo. Estamos buenos».

Todo era distinto a finales de los 60; la naturalidad en el trato empresario-cliente era confundida con el trapicheo y con un servicio que hoy nadie toleraría. de nuevo encontramos la falta de acceso a la cultura por el impedimento de las barreras sociales.

El registro usado por Zarraluki es coloquial aunque (siguiendo en su línea el narrador usa metáforas y comparaciones poéticas que dejan la marca del autor quien, en su recuerdo, intensifica la percepción de la realidad.

Asimismo los diálogos, las referencias a otros autores literarios como Juan Marsé, Jack Kerouac o Thomas Mann, directamente, o Françoise Sagan, a través de su novela más famosa, «Tiene una melancolía agresiva, a lo Bonjour tristesse», referencias a actrices famosas de la época «el pelo a lo Jean Segerg», cantantes «canciones de Joan Baez», políticos del momento «Parece ser que Fraga está abriendo la mano…» o la agente literaria, probablemente, más famosa de la época «Se llama Carmen Bacells y esta mañana he hablado con ella», inundan de realismo la narración aportando la sensación de que estamos ante un recordatorio de la época. Zarraluki se vale de estas técnicas para contribuir, con informaciones extratextuales, a difuminar sus lazos con el narrador, quien a su vez deja al descubierto a los personajes cediéndoles todo el protagonismo.

El autor escucha las voces de sus personajes y remite al lector sus traumas, al tiempo que nos recuerda la importancia de limpiar esas heridas que nos laceran desde el exterior o desde nuestra propia intimidad, y dejar al aire las cicatrices para que se vean, hasta que no hagan daño. Nunca debemos dejarlas pasar desapercibidas porque permanecerán para siempre

—Esto es un establecimiento muy decente –contestó ella, plantándose ante el hombre– Y yo soy la dueña, claro que sí. Josefa Martínez Sasa, viuda de caballero mutilado.

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mariacriado
 21 December 2021
Años sesenta. Dos amigos entrados en la cincuentena, junto a sus dos hijas, deciden pasar el verano en Ibiza. Andrés Martel ha enviudado recientemente y Vicente Alós acaba de separarse de su mujer.

Todos buscan pasar un verano tranquilo en una Ibiza rural, que está experimentando los cambios con la llegada de los primeros extranjeros y hippies. Pero allí llevarán la vista atrás, cuando la vida les sonreía y eran felices. La mirada atrás se va a contraponer al futuro incierto que las dos hijas veinteañeras de ambos tienen por delante.
El autor, Pedro Zarraluki es un escritor varias veces premiado. Cuenta con los premios Ciudad de Barcelona, Premio Ojo Crítico de RNE, Premio Herralde de Novela y el Premio Nadal. Todo esto nos hace intuir que estamos ante un autor de calidad, y así es, "La curva del olvido" es una magnífica novela que ahonda en remover sentimientos.

La trama principal se centra en el año 1968 en una Ibiza que aún no estaba explotada completamente hacia el turismo. Era una isla en su mayor parte rural, en la que ya se atisbaban los primeros cambios. La isla empezaba a ser el destino de hippies donde vivían en comunas, gentes que querían vivir de lo que cultivaban sin hacer daño a nadie. Pero en aquella época no eran bien vistos, melenudos de poca moral, decían los oriundos de la isla.

Personalmente, me gustan mucho las novelas que centran su trama en aquellos años en los que la tecnología, como teléfonos móviles, y casi fijos en casa, brillaba por su ausencia. Esa época en la que la espera de recibir una carta o una llamada tenía ese encanto casi romántico. No existía esa inmediatez que hoy en día hace que vivamos deprisa, sin degustar los momentos. Y "La curva del olvido" es este tipo de novelas.

Los personajes son tan reales como podrían serlo cualquier conocido nuestro. Los dos amigos, Andrés y Vicente, no están pasando por unos momentos agradables. Uno por su recién estrenada viudez, y el otro por su separación. Ambos matrimonios mantenían una amistad de toda la vida, desde que sus hijas Sara y Candela eran pequeñas. Estas vacaciones en Ibiza les van a servir a los cuatro para señalar un punto en el que diferenciar pasado y futuro.

"La curva del olvido" es de esas novelas en las que poquito a poco vas adentrándote en ella y al final vives entre sus personajes, cosa que me ha resultado maravillosa. El autor ha creado los cuatro personajes principales con personalidades e inquietudes muy distintas entre ellos, lo que hace que se complementen perfectamente y se integren de lleno en la trama. Mientras que Sara es alocada y lo que quiere es vivir la vida a tope, Candela es más tímida e introvertida. La isla y sus habitantes van a jugar con ellas, tanto que experimentarán un notable cambio en su forma de ver la vida.

Los dos amigos también son muy distintos. Mientras que Andrés es un hombre lleno de culpas y remordimientos, Vicente siempre fue un "alma loca" que siempre ha mirado primero por su bienestar. al igual que a sus hijas, la isla va a operar un cambio en ellos. Durante toda la novela, vamos a ir conociendo su historia pasada hasta que comprenderemos el porqué de muchos detalles.

La forma de narrar de Pedro Zarraluki es maravillosa. de forma fácil y directa logra transmitir mucho. Es una novela emotiva que se adentra de lleno en puntos como son el amor, el sentimiento de culpa, la madurez, la amistad, el vacío que deja una persona tras su muerte, las relaciones entre padre e hijos y la amistad, entre otros muchos que no hay que desvelar, para que sea el lector quien los descubra.

Los personajes secundarios también tienen su encanto en esta novela. Desde la dueña del hostal en el que se alojan, una mujer que desde que enviudó lleva su vida con una exagerada rectitud, el camarero que lo que siempre ha ansiado es ser cartero, pasando por las nuevas amistades de Candela, hasta el nuevo amigo de Sara, y la familia de él. Todos tan bien perfilados como los protagonistas, logran que te sientas parte de su historia.

El ambiente que rodea la historia no ha podido ser mejor. Gracias a Pedro Zarraluki he conocido una Ibiza muy distinta de la que hoy es. Rural y virgen, y que aún no estaba masificada por el turismo. Ha sido un bonito viaje.

En resumen, "La curva del olvido" es una novela que no me cansaría de recomendar, por su historia, por sus personajes y por los sentimientos que ha logrado despertar en mí.
Enlace: https://anikaentrelibros.com..
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Las críticas de la prensa (3)
lanuevaespana22 February 2022
Pedro Zarraluki regresa a la novela de forma brillante con la excelente “La curva del olvido”.
Leer la crítica en el sitio web: lanuevaespana
Laverdad17 November 2021
Novela. En una cala mediterránea, cuatro personajes viven ajenos a la agitación internacional de su época.
Leer la crítica en el sitio web: Laverdad
DiarioVasco10 November 2021
En una cala mediterránea cuatro personajes viven ajenos a la agitación internacional de su época.
Leer la crítica en el sitio web: DiarioVasco
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