A veces sentimos con total seguridad la presencia de alguien y levantamos la vista y resulta que no hay nadie y es tan decepcionante.
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A veces sentimos con total seguridad la presencia de alguien y levantamos la vista y resulta que no hay nadie y es tan decepcionante.
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El tiempo nos acorrala. El tiempo nos engorda, nos dibuja arrugas, canas y muletas. No podemos detenerlo, retrocederlo, adelantarlo. Y sin embargo repetir de curso es de algún modo detener el tiempo: congelarlo, engañar momentáneamente al futuro, a la muerte.
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"Nunca tuve más ojos que cuando dormías"
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Seguro que tú te acuerdas de lo que yo no me acuerdo y yo me acuerdo de lo que tú no te acuerdas.
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Uno siempre termina pareciéndose a la gente con la que vive.
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Habría sido más fácil decepcionarse de la poesía, olvidarse de la poesía, que aceptar, como hizo Gonzalo, el fracaso propio. Hubiera sido mejor echarle la culpa a la poesía, pero habría sido mentira, porque ahí están esos poemas que acaba de leer, poemas que demuestran que la poesía sí sirve para algo, que las palabras duelen, vibran, curan, consuelan, repercuten, permanecen.
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¿Y qué clase de poemas quieres escribir? –Poemas de verdad. Poemas honestos, poemas que me hagan cambiar, que me transformen. ¿Me entiendes? |
“mejor escribir que no escribir. La poesía es subversiva porque te expone, te hace pedazos. Te atreves a desconfiar de ti mismo. Te atreves a desobedecer. Esa es la idea, desobedecerles a todos. Desobedecerte a ti mismo, eso es lo más importante.”
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""Dicen que eso es la felicidad: nunca sentir que sería mejor estar en otra parte, nunca sentir que sería mejor ser alguien más. Otra persona. Alguien más joven, más viejo. Alguien mejor.
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Fingió que leía «Kamasutra», que era su poema favorito de Millán: Persistirá la cicatriz de la vacuna y el lunar del cuello y de la axila. Persistirán las marcas de tirantes tras los pechos y en la piel de la cintura, bajo el ombligo. Mas no la medialuna, el bocado del jabalí, la nube rota, la garra del tigre, el coral y la joya. Las amorosas huellas debidas al arte de mis dientes y mis uñas. |
Como agua para chocolate