Memorias de Adriano

Retrato de una voz. Si decidí escribir estas Memorias de Adriano en primera persona, fue para evitar en lo posible cualquier intermediario, inclusive yo misma. Adriano podía hablar de su vida con más firmeza y más sutileza que yo.

Cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón hasta Marco Aurelio, en que sólo estuvo el hombre.

La memoria de la mayoría de los hombres es un cementerio abandonado donde yacen los muertos que aquellos han dejado de honrar y de querer. Todo dolor prolongado es un insulto a ese olvido.

No es indispensable que el bebedor abdique de su razón, pero el amante que conserva la suya no obedece del todo a su dios.

Pero de todos modos he llegado a la edad en que la vida, para cualquier hombre, es una derrota aceptada.

Hay más de una sabiduría, y todas son necesarias en el mundo;no está mal que se vayan alternando.

La memoria de la mayoría de los hombres es un cementerio abandonado donde yacen los muertos que aquellos han dejado de honrar y de querer. Todo dolor prolongado es un insulto a ese olvido.

Natura deficit, fortuna mutatur, deus omnia cernit. La naturaleza nos traiciona, la fortuna cambia, un dios mira las cosas desde lo alto.

Si había esperado protegerme mediante su sacrificio, debió pensar que yo lo amaba muy poco para no darse cuenta de que el peor de los males era el de perderlo.

Antínoo había muerto. Lejos de haber amado con exceso, como Serviano lo estaría afirmando en ese momento en Roma, no había amado lo bastante para obligar al niño a que viviera