Pero Madeleine es maravillosa y he de creer que puedo ser digno de su perdón. Necesito creerlo para poder perdonarme a mí mismo.
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Pero Madeleine es maravillosa y he de creer que puedo ser digno de su perdón. Necesito creerlo para poder perdonarme a mí mismo.
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El porvenir le depararía nuevas lágrimas, estaba convencida de ello, pero aprendería a convivir con ellas, a convertirlas en una nueva coraza con la que se vestiría para el mundo.
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Pasarían páginas y páginas, vendrían los meses y los años, y Nicholas seguiría estando allí, en renglones sueltos, presente y lejano al mismo tiempo, sin posibilidad de cerrar el libro para siempre.
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Jake, Eliot y sir Lawrence. Ellos eran su verdadera familia, su ancla y su puerto. Jamás los abandonaría.
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Allí, sobre aquella colina bañada por la lluvia, se prometió a sí misma que no desfallecería, que solo tenía que aprender a hacerlo mejor y que jamás permitiría que el destino volviera a derrumbarla. Jamás.
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Madeleine abrió los ojos una mañana para descubrir que no quería languidecer en aquel lugar inhóspito hasta apagarse y que, si quería sobrevivir, debía hacer algo con su vida.
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Él le tomó el rostro con las manos y la besó, la besó como solo se besa una vez en la vida, con toda el alma asomada a los labios.
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“Un desastre es un acontecimiento de especial relevancia que cambia el curso de las vidas de muchas personas – aclaró ella-. Dudo mucho que mi humilde persona haya podido causar tantos desperfectos.”
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"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo" ¿El personaje de qué libro está hablando?