Una decepción. Prosa ligera, sin reflexiones ni perspicacia, meras anotaciones de los amigos que ve, que exalta, que encuentra en actos literarios, que fallecen, de viajes... Totalmente descafeinado, lo leí en una tarde y me arrepiento del tiempo invertido, porque no deja poso alguno, ni emoción genera en alguna página. Son las sobras en prosa de un poeta y crítico, que naufraga con este diario, donde todo el mundo es bueno y el interés decrece. Solo una entidad pública podía editarlo (de la que él fue tiempo ha director).
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