Mi madre tenía unos ojos verdes tan bonitos que parecía un despropósito malgastarlos en un rostro fermentado como el suyo.
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Mi madre tenía unos ojos verdes tan bonitos que parecía un despropósito malgastarlos en un rostro fermentado como el suyo.
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Los ojos de mi madre fea eran los restos de una madre ajena muy guapa.
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Le dije que ese cuadro iba a venderse, que se vendería con toda seguridad, e incluso por mucho dinero, porque los seres humanos están destrozados y buscan cosas destrozadas. Porque los seres humanos están enfermos y podridos y lo saben, pero fingen sólo por miedo estar sanos y ser buenos. Y porque así es más fácil.
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“Si la muerte tuviera en cuenta la opinión de los demás, moriría mucho más gente adecuada.”
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Le pregunté por qué había llevado todos esos años aquella estúpida cola de sirena y por qué no se había cortado el pelo como ahora. Mi madre habló una hora. Resumiendo, su respuesta fue que una decisión estúpida es producto de otra decisión estúpida. Una chaqueta fea y barata atrae más ropa fea y barata. Un sopapo perdonado acarreará un puñetazo y una mentira admitida se transformará en un cementerio de verdades. Su cola de sirena -que, por lo demás, sabía que disgustaba a todo el mundo- era el remate de su vida triste y sin sentido. Sin embargo, si hubiera cambiado solo eso, el resto hubiera resultado más evidente aún.
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No me interesaba nada ni nadie, no pensaba en el futuro ni en el presente. Vivía del pasado así como los pobres viven del pan seco.
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La barriga de matrioska de la abuela era nuestra verdadera vida, y lo que nos había sucedido fuera de ella no era sino un mal sueño del que solo podíamos despertar muertos.
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Esta mujer —a la que había odiado sin motivo en mi adolescencia— hizo por mí en unas pocas semanas más que todos los psiquiatras durante el resto de mi vida. Ella fue el Pentágono que me devolvió a la vida y me ayudó a olvidar todo lo que había que olvidar.
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Te he querido, Aleksy, te he querido como he podido.
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(…) pero yo opinaba que el olvido no es algo necesariamente malo. Cuántas veces habré rezado para poder olvidarlo todo —si no toda la vida, sí al menos los últimos diez años—, pero los recuerdos no se han ido.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?