Si algo he aprendido es que la literatura es un tesoro y hay que compartirlo. No tiene ningún sentido que los libros se empolven, se hagan viejos en un estante sin que nadie los lea, los cuide, los quiera.
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Si algo he aprendido es que la literatura es un tesoro y hay que compartirlo. No tiene ningún sentido que los libros se empolven, se hagan viejos en un estante sin que nadie los lea, los cuide, los quiera.
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Soy de donde haya alguien que sonría, que me de la mano, que me bese. Soy de donde son los que resisten, sobreviven, los que se quitan un pedazo de pan de la boca para dárselo al otro. De allí soy. Allí me encuentro.
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Cada quien se va haciendo a sí mismo y encontrando nuevas afinidades, nuevos gustos nuevas maneras de ver el mundo. Cada canción, cada película vista, cada libro leído te hacen una persona diferente, te determinan.
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De eso se trata la educación sentimental. De poder reírse y llorar cuando lo necesites. De no usar una fachada falsa de ti mismo. De construir los sentimientos con sensaciones aparentemente diferentes.
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Somos lo que hemos leído por el contrario seremos la ausencia que los libros dejaron en nuestras vidas.
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La gente le tiene muchísimo más miedo a las palabras que a los cañones. Las palabras han hecho revoluciones, puentes, caminos. Han logrado que la gente se enamore o se odie para siempre.
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No hay que fiarse de la apariencia de las personas. Ése de la cicatriz enorme en la cara, con andar renguenante y voz de trueno que encuentras en medio de la noche en la calle más oscura, tal vez no venga a asaltar te, y en cambio, sea el que te salve la vida.
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Tenía un par de padres divertidos y jóvenes, llenos de sueños y de planes. Pero a mis doce años, cinco meses, tres días y dos horas y cuarto, aproximadamente, me quedé sin ellos
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Las pequeñas cosas son las que a la larga se convierten en las grandes historias. La memoria es esa maravilla que se va formando con retazos de conversaciones, un olor, como el de la panadería, un momento justo, un beso, la súbita aparición del sol en el horizonte; en fin, es como una de esas mantas que se hacen con retazos de tela de diferentes colores que aparentemente no encajan unas con otras y que, sin embargo, acaban resultando de una perfecta armonía. Creo que la vida de cualquiera, sabiendo qué contar y escribiendo lo mejor posible lo que hay que escribir, merecería ser una novela.
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Nadie quiere ser sabio, todos quieren ser ricos.
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Manolito ...