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Críticas sobre Feria (14)
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Laubythesea
 08 June 2021
Solo se me ocurre que el motivo por el cual no hay un ejemplar de “Feria” en cada estantería de España es porque puede verse como una obra generacional. Que sí, lo es, pero también aborda temas universales que transcienden cualquier división creada por la década en la que nacemos.

Ana Iris nos presenta un compendio de recuerdos autobiográficos centrados en su familia. Cómo fue crecer en los 90, en un pueblo, con padres carteros, abuelos feriantes, y una gran familia. Uno de esos árboles genealógicos que los que venimos de “familias pequeñas” envidiamos, de veranos con primos, mesas llenas y tener un tío preferido porque hay donde elegir.

Feria” nos recuerda una realidad que muchos sentimos cercana pero que ha dejado de existir y que los nacidos en los 2000 no han conocido. Da voz y dignidad a quienes llevan vidas maravillosas fuera de las ciudades y a generaciones cuyos valores eran otros. Da importancia a no olvidar las historias que nos cuentan nuestros padres y abuelos, a convertirnos nosotros en quienes narren historias a quienes nos sucedan. “Feria” plantea la construcción de la identidad dentro de una familia, de un clan, como algo enriquecedor, de lo que enorgullecerse.

Esta lectura ha sido para mi un “desbloqueador de recuerdos” y creo, que quienes hayan nacido a finales de los 80 o principios de los 90 les pasará lo mismo. Ana Iris nació apenas 15 días después que yo, por lo que compartimos imaginario, votamos por primera vez en las elecciones europeas de 2009 el día antes de selectividad, tuvimos los patines de Fisher Price con ruedas que cambiaban de posición (en línea o en cuatro) o se nos hizo un nudo en el estómago al no entender porqué nuestra familia lloraba delante de la televisión porque habían matado a un tal Miguel Ángel Blanco, cuando ni siquiera sabíamos qué era la muerte.

Me he visto sacudida por la risa, pero también por las lágrimas de emoción no pocas veces. Quienes hayáis tenido una relación cercana con vuestros abuelos, disfrutaréis tanto como yo de las palabras llenas de amor de la autora, que me han traído tantísimos recuerdos.

Ana Iris es la voz de una generación, es la voz de mi generación. Una voz que no quiero dejar de oír.

Lo mejor que puedo hacer hoy es invitaros a leer “Feria”, ya me contaréis.
Enlace: https://www.instagram.com/p/..
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Gemmaentrelecturas
 18 June 2022
Quería tener hijos no por ser madre, sino por hacerle a él abuelo y a mi abuelo bisabuelo, por devolverle lo que me habían dado, la vida y el amor.
 
Lo llaman el libro de la discordia, cuando yo lo leí, al poco de escuchar su presentación en el programa de Carlos Herrera, me quedó el poso de una mujer que creció rodeada de familia, que observó de cerca las conversaciones de los mayores cogiendo de aquí y de allá retazos de una España que cambiaba a grandes pasos, las ferias ya no son lo que eran, ni las familias ni la infancia, y esto no creo que nadie lo discuta, son sus recuerdos y vivencias.
                Un libro que habla sobre la familia, la suya por supuesta, porque parece que cuando uno habla de su familia tiene que ser fiel reflejo de muchas y no es así. En algunos detalles se pareció a la mía, uno divertido que compartimos. Mi abuelo paterno hizo un montaje fotográfico con un evento familiar donde estuvimos todos, como faltaba mi abuela María que falleció veinte años antes, fue a una tienda de fotografía y pidió que la incluyesen. Hasta aquí podíamos decir que tiene algo de romántico sino fuese porque en vida no la tuvo consideración, pero lo delirante de la foto es que colocó la imagen de mi abuela María sobre la de su segunda esposa, Carmen. La enmarcó y la colocó en el mueble del salón a la vista de todos, incluso de Carmen. Es un libro que narra sus correrías infantiles, los vínculos con sus primos, aquí tengo una punzada de envidia, mi familia formada por hijos únicos no da para grandes fiestorros. Habla de abuelos, del amor a los suyo y el apego a todos ellos. 
«Me da envidia la vida que tenía mi padre a mi edad».
                Y esta frase me pareció curiosa porque en mi casa la he oído alguna vez. Yo creo que vivíais con menos estrés, le decía a mi padre, y él con su infinita tolerancia y comprensión me miraba y me preguntaba, ¿de verdad lo crees? Entonces me sonreía y yo pensaba en su vida, que nació antes de la guerra civil española, creció en la posguerra, sufrió polio, llegó la dictadura, la transición y cuatro cánceres diferentes, meneaba negando con la cabeza; ahora no está y no puedo retomar esta conversación y decirle, sí, vivimos peor o caminamos hacia un futuro más incierto que nuestro pasado más cercano, estoy segura. Llevamos unos años donde hemos retrocedido tanto que me da miedo mirar hacia el futuro, porque pienso que los grandes perdedores no somos nosotros, son nuestros hijos. Nos repiten que somos más libres que nuestros padres, no sé que decir, sinceramente no sé que decir.
                Que esta novela tiene la visión del mundo según Ana Iris Simón, pues claro, y se parecería en muchas cosas a mi biografía, salvando la diferencia de edad, porque mis circunstancias fueron otras. Lo primero mis abuelos, uno era militar de carrera y otro mecánico, uno fue a la guerra convencido, al otro le pusieron el fusil en la mano y desertó, en mi casa no se hablaba de política, pero tampoco de religión ni de fútbol, porque hasta en esto había diferencias irreconciliables. Cada una de nosotros creció con en una ideología que se ve reflejada en la narración de sus vidas, en mi casa había un pie en el socialismo y otro en la derecha, yo crecí escuchando estos debates y enfrentamientos, unos se acaloraban hasta que la vena se les marcaba y mi padre fiel a sus ideas escuchaba con tolerancia, ya tuve suficiente violencia y no es el camino, decía, por lo menos el mío no lo es, el de otros, seguro, por los intereses.
                Y sí, Ana Iris Simón añora la vida del pasado, este presente no le gusta, porque hay en ella cierta frustración a no poder ser madre, «con diez años tuve que ponerme a vendimiar», dice el padre, ella responde, «pero tú por lo menos pudiste tener hijos». Para mí es una respuesta desequilibrada, me resulta gravísimo que cualquier niño con esa edad tenga que trabajar, pero en el pensamiento de Ana Iris prima el dolor de no ser madre.  No podemos perder de vista que estamos leyendo los pensamientos reales de una mujer, sus inquietudes, sus deseos, que pueden no ser los míos, ni los tuyos, pero son los de ella, respetable. Yo no tuve prisa por ser madre, antes quería ver el mundo, disfrutar de la vida, de mi carrera profesional y construir una buena base. No tuve prisa, una vez que llegaron, se convirtieron en mi prioridad más absoluta, y ante esa frase que dice, los hijos se deban adaptar a tu vida, en mi caso no fue así, y no me arrepiento ni un segundo. Y a mí se me ha criticado por esperar, se me ha tachado de esmeril, me decían, pero era mí decisión y no era el momento.
                Y sí, quizá Feria se ha utilizado por muchos columnistas de "extremo centro" para algo más, pero para mí fueron las vivencias infantiles de Ana Iris Simón, su emociones y memorias escritas durante la pandemia que asoló el mundo, porque en esos momentos muchos nos cuestionamos nuestro presente de acuerdo con las decisiones tomadas y las que no.  

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Gww
 28 April 2024
Es difícil sustraerse a la polémica que ha suscitado este libro y su autora. Pero, por ahora, preferiré dejarla a un lado, centrándome tan sólo en aquello que realmente nos importa aquí, su historia, su estilo y su valor como libro.



Y aquí comienza otro de los problemas, la dificultad para poder encajar Feria en un estilo concreto. Podemos avanzar que, de manera simplificada, Feria es un libro sobre los recuerdos de familia y niñez de su autora, Ana Iris Simón, una periodista que ha desarrollado una temprana carrera en Madrid. Estos recuerdos, fragmentarios, en ocasiones repetitivos, se entreveran con escenas actuales, con reflexiones de la propia autora, opiniones de sus actuales amigos y colegas. Son recuerdos que abarcan desde los olores de un recinto ferial en días de fiesta patronal, a la música que acompañaba cada una de las escenas descritas. Que avanzan por el proceso de iniciación de la niña en la vida, del mismo modo en que se refleja su regreso a las mismas esencias de las que salió.



Pero, desde el primer capítulo, aparece la supuesta génesis, el germen vital de la obra, un sentimiento de la autora, que de alguna manera se presenta como generacional, denunciando o, al menos, cuestionando, si todas esas verdades que se nos han vendido sobre la modernidad no son otra cosa que un engaño, tal vez capitalista, para explotarnos hasta la saciedad y hacernos creer que una carrera, un máster y un Erasmus, un empleo precario, pero en una empresa con muchas máquinas de café gratuito y talleres de mindfulness, era el verdadero paraíso. Y así, Ana Oris se cuestiona si el paraíso no estaba en otra parte, al menos, si éste no puede encontrarse en otros tantos sitios, tal vez en aquellos de los que tratábamos de huir.



Y así es como este tono, un poco de denuncia, un poco de decepción y caída del caballo, se cuela por las páginas como una columna vertebradora, justificadora del esfuerzo de remembranza. Sin embargo, Ana Iris Simón logra no deslizarse sobre esa deriva fácil que se abre bajo sus pies, y solo ocasionalmente explicita estas reflexiones y deja, por tanto, el recuerdo de sus años mozos en una gozosa recreación que toma aliento por sí misma, sin buscar redimir aquellas miserias, ese atraso a nuestros ojos, el contraste con su decepción del mundo actual. Y es de agradecer poder disfrutar de sus pequeñas viñetas, de esas estampas familiares que podrían hallar eco en las de muchos de nosotros en uno u otro sentido, sin que debamos participar de sus actuales opiniones, sin que nos exija otra cosa que disfrutar de su humor y su gracia al narrarlas.



Porque, por último, no estamos aquí en una mezcla del típico libro del hipster de vuelta al pueblo, pasado por el efecto Yo también fui a la E.G.B. Lo que hace Ana Iris Simón es un verdadero esfuerzo literario, un relato convincente, difícil de encasillar por lo que vengo describiendo, pero de alta aspiración. No en vano la autora se ha ganado la vida hasta la fecha en el periodismo y sabe sacar partido del estilo conciso y de las imágenes cautivadoras, maneja con tino y sabiduría los golpes de efecto y nunca pierde un cierto equilibrio entre lo meramente personal, lo que solo a ella importa y lo que puede gozar de un valor más general, con el que el lector pueda identificarse.



En estas páginas aparecen personajes memorables, como la madre de Ana Iris, a la que solo llama por su nombre, nunca mamá, la de sus abuelos feriantes o su nutrida tribu de tíos y primos. Una maraña familiar no exenta de tensiones y conflictos, pero que ejerce de pegamento para todo el clan. Una familia que ejemplifica esa variedad en la que se combinan los curas y monjas con los represaliados de la Guerra Civil, los menesterosos y los medrosos junto a unos cuantos secretos como toda buena familia debe tener.



Y, al fin, este libro se me representa a una menor escala que la pretendida por la tan citada polémica. No termino de entenderlo como una crítica a la modernidad, más bien lo veo como una reconciliación de la autora, una asunción de su pasado, con su familia, a la que sin duda ha despreciado o ignorado, de la que se habrá separado por diversas circunstancias, de la que habrá hablado poco a sus compañeros de Universidad, creyendo que todos ellos son hijos de alta alcurnia. Y es así visto como aflora una ternura y un desamparo que contagian ese amor por personajes tan pintorescos o anodinos, según el foco que los ilumine, como los que pueblan nuestros retratos familiares.







Y de todo este batiburrillo resulta una obra de difícil encaje pero de una lectura entretenida, que invita a la reflexión, que no está exenta de hermosos pasajes y que ha sido escrita con alarde de estilo. No es así de extrañar que su impacto principal venga por el éxito de ventas que la ha acompañado desde su publicación.



Y esta polémica nace de quienes entienden que la opción de volver a un pueblo, a sus costumbres más carpetovetónicas, no puede ser sino una opción errónea. Quienes entienden como traición el recordar aquello de donde venimos, con la visión algo naíf de los niños que fuimos, edulcorando sus lados más amables para así obviar el resto. Pero, ¿qué otra cosa es el recuerdo sino el filtro y la venda que siempre nos ponemos? Que pretender fundar una familia y regirla por los criterios que esos padres deciden, no es más que una prueba de que el pasado se repite de manera inexorable y de que la modernidad aún no ha calado lo bastante y que las fuerzas del atraso y la opresión siguen campando a sus anchas, especialmente más allá de las autovías de circunvalación de las grandes ciudades. Y es así como llegamos al sarcasmo sorprendente en el que quienes se arrogan el papel de adalides de esa modernidad desde posiciones de progreso, compartan bandera con McDonalds, con Google o con los intereses inmobiliarios que potencian la gentrificación, lo peor ya digo, no es compartir esas ideas, lo peor es ondear banderas, cualesquiera, para esgrimirlas frente al otro, para huir del debate, porque ante una bandera no hay más que obediencia, si no ¿para qué están? Y así nos va.



Feria ha sido publicada por Círculo de Tiza en 2020 e incide en algunas ideas que flotan en el ambiente desde la decepción de los cambios políticos que se formularon el 15M. Otras obras señalan también contradicciones de nuestros días y conceptos como el de la España vacía o el pinchazo de la burbuja hipster y las ideas de modernidad que hasta la fecha eran credo absoluto y absolutista pero que son cuestionadas actualmente desde el campo cultural con fiereza por autores como Víctor Lenore.



Sea como fuere, este texto, su éxito y trascendencia, no debía pesar sobre su autora hasta el punto de bloquearla o encasillarla. al contrario, debería volver a publicar cuanto antes una obra que ratifique su calidad literaria, que valide su atrevimiento y que funde una carrera que este primer libro solo presagia, acreditando así una calidad más allá del trasfondo ideológico de su autora que, para qué engañarnos, poco nos interesa.

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Imp
 13 November 2023
Lo mejor del libro es el principio y, sobre todo, ese precioso relato final.
El medio no es una novela, es una mezcla de narrativa y ensayo, un experimento que trata de resaltar un espacio y un tiempo desaparecidos (o no, o preservados como los gigante-molinos).
Está lleno de opiniones y se enmarca en la vida de la familia de la autora, sin que haya un argumento ni línea narrativa. Por eso creo que es uno de esos libros que se pueden leer entremedias, es decir, en medio de otras lecturas, poco a poco. Así de golpe se hace un poco bollo. Así todo junto parece un grupo de escenas deslavazadas de películas de Almodóvar o sketches de José Mota, solo que con una visión muy positiva y benévola del paisano manchego, que en cierta medida podría ser el paisano de cualquier lugar.
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raprebeca83
 10 June 2022
Un libro que rebosa amor por todos y cada uno de los miembros de su familia. Los que estuvieron, los que son, y los que están por venir. También por su pueblo, por sus tradiciones. Tampoco creo que eso signifique que la autora nos está diciendo que todos deberíamos volver a nuestros pueblos a ponernos a tener churumbeles. Pero qué sé yo, lo mismo sí y simplemente yo no me he sentido apelada en ese sentido. A veces envidio la claridad que todo el mundo parece tener con respecto a sus ideas, y sobre todo con respecto a las ideas de los demás. Pero en fin. Como digo, me ha parecido una preciosa carta de amor a su familia. Y sí, ha habido algunas cosas que me han chirriado, también otras partes que me han conmovido. Pero ha sido una buena experiencia lectora, en definitiva.
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elymafer
 23 April 2022
Cogí este libro en la biblioteca después de leer muchas opiniones (a favor y en contra) sobre él.
Con Feria, la autora nos lleva al tiempo de a su infancia y juventud. Con capítulos, no muy largos y sin ningún orden cronológico nos habla de su familia recogiendo algunos sucesos entrañables o divertidos pero también otros que no aportan nada o están de relleno. Los protagonistas, aparte de ella, son sus padres y los abuelos de ambas ramas. Retrata a una familia trabajadora y ¿rural? La rama paterna, los Simones son agricultores de Campo de Criptana, una familia muy numerosa que se reúnen en la casa de los abuelos. La rama materna, los Bisuteros son feriantes y, aunque ahora está orgullosa de ellos, de pequeña se avergonzaba de ellos. Cuando sus padres abandonan el pueblo por Aranjuez, adoptan una forma de vida diferente a la del resto de la familia; un modo de vida que la autora disfrutaba cuando volvía al pueblo y que ahora propone recuperar como solución a los problemas actuales.
El libro me ha resultado algo inconexo, sin orden ni unión.



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Pichi
 11 September 2021
Me ha sorprendido la lectura de este libro. Refleja muy bien la vida en La Mancha y evoca muchos recuerdos para los que conocemos esa tierra. Está muy bien escrito y tiene pasajes divertidos. Es un retrato familiar muy fácil de leer. Lectura recomendada.
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lectoraaburrida
 07 March 2021
Pues este libro me toca muy de cerca...habla de la zona donde vivo, de pueblos, gentes y comportamientos que conozco muy bien y claro, ya solo por eso me ha gustado; pero también tiene un trasfondo sociológico que me ha encantado. Aunque reconozco que a alguien que no sea de la Mancha y de esta zona en concreto, habrá cosas y términos que le parezcan muy extrañas.
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SaulSuarez
 04 January 2024
El debut de Ana Iris Simón es una obra pequeña que se lee en un suspiro, escrita con un lenguaje que se mece entre lo moderno y lo ancestral. Una obra pequeña pero entrañable, que versa sobre su estirpe familiar, sobre la vida en el pueblo, sobre lo que nos hace humanos, en fin. No solo recomendable, sino obligatorio para aquellos que hemos vivido y disfrutado de la vida en el rural.
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sinoloveo_nololeo
 23 January 2023
Feria” no es una novela y tampoco es una autobiografía. La propia autora lo describe como “crónicas costumbristas”, sin cronología, de su infancia, su vida y su manera de ver el mundo.
Con una escritura honesta, Ana Iris nos cuenta cómo fue vivir en un pequeño pueblo de la Mancha, en una familia humilde y numerosa cuyos abuelos fueron feriantes. Su familia son dos clanes de gente trabajadora, de pueblo y cuyo mayor orgullo fue sacar adelante a los hijos, cuidar de sus nietos y enorgullecerse de los bisnietos -los que han llegado a la universidad-. En Ana Iris confluyen dos líneas genealógicas: la de los bisuteros por parte de su madre Ana Mari, -así eran llamados sus abuelos María Sola y Gregorio por ser feriantes-, y la de Mari Cruz y Vicente, sus abuelos por parte de Javier, el padre, que eran, digamos, más “urbanitas”, más asentados, más unidos a la tierra criptanera a cuyo cultivo se dedicaban. Es a estos dos mundos a los que la joven autora dedica la obra.

Feria” es la vida contada desde la España rural, desde Ontígona, y Alcázar de San Juan pasando por Aranjuez. Bajo la mirada de esa niña que creció en los noventa -como muchas de nosotras-, sin tabúes, nos lleva a plantearnos temas como el amor, la tradición, la patria, pero también el feminismo y la religión.

Este librito resulta una lectura sencilla y agradable, como estar leyendo un diario íntimo (ese que muchas escribimos siendo jóvenes). La frase inicial es un pensamiento que seguro muchos hemos tenido: “Me da envidia la vida que tenían mis padres a mi edad”, y el resto del libro que ha publicado @circulodetizaeditorial es un despliegue de las razones de ese deseo de regresar a una vida que tiene ganas de vivir.
Enlace: https://www.instagram.com/p/..
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