Me retiraré al continente para hacerme monja: en absoluto por amor a la religión, ya que no era católica, sino para apartarme del mundo para siempre.
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Me retiraré al continente para hacerme monja: en absoluto por amor a la religión, ya que no era católica, sino para apartarme del mundo para siempre.
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Mi mayor placer era disfrutar de un cielo sereno rodeada de aquellos bosques verdeantes, pero me gustaban todos los cambios de la naturaleza; y la lluvia y la tormenta, y las preciosas nubes del cielo traían consigo sus deleites. Mecida por las olas del lago mis ánimos se alzaban con júbilo lo mismo que un jinete siente con orgullo los movimientos de su bien alimentado corcel. Pero solo me proporcionaba placer la contemplación de la naturaleza. No tenía ningún acompañante: al no encontrar respuesta en ningún otro corazón humano, mis ardorosos afectos se vieron obligados a desperdiciarse en objetos inanimados. |
No buscaba ni comprensión ni ayuda para ser sabia o brillante, buscaba sonrisas que me confortaran y palabras dulces que me alentaran.
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[…] aún debía de estar vivo, pues sí hubiera muerto todo hubiera sido oscuro como la noche para mí.
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Mi caída desde la felicidad a la desesperación no fue progresiva, no, fue tan repentina y fulgurante como el relámpago.
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Pensaba que tenía una inteligencia más rápida que la de los que le rodeaban […].
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Extraño estado mental el mío. Estoy sola, absolutamente sola en el mundo, el azote del destino ha acabado con mi vida. Sé que voy a morir y me siento feliz, alegre.
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La edad de la inocencia