Al final no es la agonía lo que mata -pues la agonía, al menos, requiere un esfuerzo del alma-, sino la vida cotidiana.
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Al final no es la agonía lo que mata -pues la agonía, al menos, requiere un esfuerzo del alma-, sino la vida cotidiana.
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Ahora mismo me sitúo en una lóbrega meseta de mi interior, pero solo es necesario hacer las paces con la realidad para poder hallar una base sobre la que sostenernos.
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Mi capacidad para el llanto realmente se está convirtiendo en una grotesca aflicción. ¿Qué droga sirve para detener las lágrimas?
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A veces me pregunto si lo que realmente falla en las relaciones humanas más íntimas es no reconocer dicha necesidad. Nos dan miedo los altercados, el cambio, tememos revelar nuestro dolor y hablar de él. El sufrimiento suele concebirse como un fracaso, pero en realidad constituye la puerta que conduce al crecimiento, el cual nunca deja de ser doloroso.
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La vida nos viene en pequeños racimos: un racimo de soledad, y luego otro racimo que apenas nos deja tiempo para respirar.
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Subimos al cielo y descendemos al infierno una docena de veces al día; por lo menos, eso me pasa a mí. La disciplina del trabajo proporciona una barra de ejercicio para que los movimientos del alma, salvajes e irracionales, devengan formales y creativos. Literalmente, nos salva de caernos ante nuestras propias narices.
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En alguna parte he dicho que debemos forjar mitos a partir de nuestras vidas, pero, en el fondo, si realmente estamos dispuestos a ello -y si adquirimos la disciplina y nos esforzamos lo bastante en la reflexión-, podemos sacar provecho de cada pena o convulsión provocada por el tiempo, los enemigos o el trabajo; obtener una mayor comprensión de cuanto supone estar vivo, ser humano, qué peligros habituales y cotidianos encierra esa condición.
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[...], el verdadero problema es que la aventura de venir sola a Nelson ya se ha terminado y ahora, sencillamente, me dedico a mantener lo que antes estaba tan ocupada en crear.
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He estado pensando que, por muy terribles tormentas que nos sacudan, si el armazón de nuestra vida es lo bastante estable y fructífero, nos ayudará a resistir sus desvastadoras secuelas. Para la mayoría de la gente, ese armazón es su trabajo, que les proporciona una rutina salvadora en los momentos de angustia, pero yo debo construir mi propia rutina para sobrevivir.
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Si el arte no trata de mejorarnos la vida, ¿de qué trata entonces? Si medio mundo es femenino, ¿por qué ese resentimiento contra el arte dirigido a las mujeres? [...] ¿O acaso a los hombres les aterra tanto la creatividad femenina -porque ellos no son el centro de la creación, al no poder tener hijos- que una escritora genial levanta tales iras asesinas que debe ser ninguneada con la desdeñosa mueca de "irrelevante"?
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?