La casa junto al mar: 81

«𝙐𝙣 𝙖𝙢𝙖𝙣𝙚𝙘𝙚𝙧 𝙨𝙚𝙧𝙚𝙣𝙤. 𝙃𝙚 𝙘𝙤𝙣𝙩𝙚𝙢𝙥𝙡𝙖𝙙𝙤 𝙚𝙡 𝙨𝙤𝙡 𝙗𝙖𝙣̃𝙖𝙣𝙙𝙤 𝙚𝙡 𝙚𝙨𝙩𝙪𝙙𝙞𝙤 𝙘𝙤𝙣 𝙪𝙣𝙖 𝙡𝙪𝙯 𝙖𝙣𝙖𝙧𝙖𝙣𝙟𝙖𝙙𝙖 𝙮𝙗𝙧𝙞𝙡𝙡𝙖𝙣𝙩𝙚, 𝙮 𝙢𝙚 𝙝𝙚 𝙨𝙚𝙣𝙩𝙖𝙙𝙤 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙖𝙩𝙧𝙖𝙥𝙖𝙧 𝙡𝙖 𝙫𝙞𝙨𝙞𝙤́𝙣 𝙙𝙚𝙡 𝙙𝙞𝙨𝙘𝙤 𝙧𝙤𝙟𝙤 𝙟𝙪𝙨𝙩𝙤 𝙘𝙪𝙖𝙣𝙙𝙤 𝙨𝙚 𝙙𝙚𝙩𝙚𝙣𝙞́𝙖 𝙪𝙣𝙨𝙚𝙜𝙪𝙣𝙙𝙤 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙗𝙤𝙧𝙙𝙚 𝙚𝙭𝙖𝙘𝙩𝙤 𝙙𝙚𝙡 𝙝𝙤𝙧𝙞𝙯𝙤𝙣𝙩𝙚.»

Es el primer libro que leo de esta autora y me ha dejado un maravilloso sabor de boca.
Es, ciertamente, un libro que desprende la mágica luz de los atardeceres en la costa de Maine con sus paisajes verdoso y montañosos.

A modo de diario, Más Sarton nos traslada en un recorrido tan intenso como personal, a través de sus páginas llenas de belleza a un sin fin de reflexiones extraordinarias.

«𝙎𝙚𝙧 𝙘𝙖𝙥𝙖𝙯 𝙙𝙚 𝙙𝙞𝙨𝙛𝙧𝙪𝙩𝙖𝙧 𝙨𝙞𝙣 𝙣𝙚𝙘𝙚𝙨𝙞𝙙𝙖𝙙 𝙙𝙚 𝙥𝙤𝙨𝙚𝙚𝙧»

Haciéndome pensar más allá de sus líneas 

Si eres capaz de equilibrar la necesidad de convertirte en ti misma y de entregarte a los demás, habrás descubierto el secreto de vivir en plenitud.

Es un libro  para meditar, disfrutar y amar por la pura belleza del alma. 
Vas repasando momentos de su vida, de sus experiencias que entroncan con tu propio camino, descubriendo la necesidad de esa soledad que va permitiéndote ser tu misma, a pesar, en ocasiones, del precio a pagar.

 «𝙘𝙧𝙚𝙘𝙚𝙧 𝙚𝙣 𝙨𝙤𝙡𝙚𝙙𝙖𝙙 𝙚𝙨 𝙪𝙣 𝙢𝙤𝙙𝙤 𝙙𝙚 𝙘𝙧𝙚𝙘𝙚𝙧 𝙝𝙖𝙨𝙩𝙖 𝙚𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡»

Lo que tienes que ofrecer a los demás no depende de ellos, depende de ser tú  misma. 

En tu interior vas construyendo y, a su vez, aprendiendo a vivir hacia dentro mientras ofreces ese descubrimiento de un valor excepcional. Los apegos cambian al igual que cambia tu forma de mirar.

Crear ese paralelismo entre lo interno y lo externo 

“𝙨𝙤𝙡𝙤 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧𝙞𝙤𝙧 𝙙𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙘𝙖𝙨𝙖𝙨 𝙥𝙤𝙙𝙚𝙢𝙤𝙨 𝙘𝙤𝙣𝙩𝙚𝙢𝙥𝙡𝙖𝙧 𝙙𝙚 𝙫𝙚𝙧𝙙𝙖𝙙 𝙪𝙣𝙖 𝙨𝙤𝙡𝙖 𝙛𝙡𝙤𝙧, 𝙨𝙞𝙣 𝙙𝙞𝙨𝙩𝙧𝙖𝙘𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨”

Solo en nuestro interior está la esencia de nuestro propio yo y mientras vas construyendo ese hogar, vas viviendo, creando lo necesario para que “cuatro paredes” alberguen la esencia de quien lo habita. 

May Sarton vive bajo el hechizo del mar, las flores, los cambios de luz, sus animales  llegando a un puerto seguro, el que te proporciona la edad

«𝙮𝙖 𝙣𝙤 𝙩𝙚𝙣𝙚𝙢𝙤𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙙𝙚𝙢𝙤𝙨𝙩𝙧𝙖𝙧 𝙣𝙖𝙙𝙖, 𝙣𝙞 𝙖 𝙣𝙤𝙨𝙤𝙩𝙧𝙤𝙨 𝙣𝙞 𝙖 𝙣𝙖𝙙𝙞𝙚.  𝙎𝙤𝙢𝙤𝙨 𝙡𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙨𝙤𝙢𝙤𝙨»

Me quedo con esta última reflexión para saber que el mundo de May Sarton ha llegado para quedarse.

«Uno de los hechos más maravillosos de la vejez es que ya no tenemos que demostrar nada, ni a nosotros ni a nadie. Somos lo que somos», aceptación.  
 
La vida suena idílica pero está llena de frustraciones, desesperanza, preocupaciones de toda clase que nos mantiene alerta. Leyendo este diario que va del miércoles 13 de noviembre de 1974, al martes, 17 de agosto de 1975, capto, dentro de los días bueno, malos y regulares, la sabiduría que solo la edad ofrece. La felicidad está en los momentos, en los rituales cotidianos, en centrarse en los positivo, «tal vez la razón más importante de mi felicidad sea que estoy aprendiendo a no tomarme las cosas a la TREMENDA», yo quiero también a prender a relativizar. «… lo engañosa que es la memoria y de las numerosas formas que puede contemplarse una experiencia». Recuerda las adversidades, las tiene ahora, la enfermedad, las padeces más que nunca, incluso se asusta más que antes, «Cuando estoy enferma aquí, me siento abandonada…», la muerte se ha convertido en un pensamiento constante, los amigos van desapareciendo, el aviso de una cuenta atrás.
                May Sarton toma perspectiva, sintetiza los aspectos importantes de su trayectoria y afianza su individualidad e identidad. Hay que leer a esta autora, pero no de cualquier forma, no en el transporte público, no mirando de reojo la montaña de pendientes, su mensaje se perderá y su lectura puede resultar lenta e intranscendente porque nuestro cerebro está sobreestimulado, así ya os digo que no. Me levanto temprano, esta Semana Santa no fue una excepción, me levantaba mucho antes de que amaneciera, me preparaba un café, me tumbaba en el sofá, me tapaba y leía, leía mientras todos dormían, sin ruidos, sin movimiento. Solo entonces aprecié los matices de la obra.
                La madurez no se alcanza ni con la edad ni con las experiencias negativas, fuerzan sí, pero si uno no tiene los receptores abiertos, la sabiduría y la madurez se escapan como la arena fina entre los dedos. Así es esta lectura. Receptores abiertos.
                Muy recomendable, pero como os digo, una lectura sosegada que requiere de receptores abiertos para captar la sabiduría que nos ofrece una mujer adelantada a su tiempo, no nos confundamos, May Sarton nació en 1912 e hizo de su capa un sayo.

Lectura cortesía de la editora de Gallo Nero, a la que agradezco profundamente el envío del libro y el haberme descubierto a esta escritora, porque estoy segura de que repetiré.

En “La casa junto al mar” Mary Sarton nos lleva con ella en su traslado desde New Hampshire a la costa de Maine. Harta del continuo transitar de los turistas frente a su casa, Sarton busca a sus sesenta y pico años un lugar cerca del mar, que esté más aislado y que le permita escribir con tranquilidad. Llegada esta etapa de su vida, la autora ha conseguido por fin disfrutar de la soledad elegida, y en estas memorias escritas a modo de diario traslada al lector la sensación de haber logrado hallar la paz consigo misma. Si bien es cierto que sufrirá determinados altibajos, también nos cuenta que jamás había sido tan feliz como en aquel lugar.

Hay en su día a día una observación profunda del entorno, de los cambios de la naturaleza y del propio estado de ánimo. El trabajoso mantenimiento del jardín nos ofrece el contrapunto físico a sus mañanas contestando cartas o escribiendo y a aquellos ratos que comparte con su perro, su gato y las visitas que tiene de cuando en cuando. Es curioso cómo la autora consigue transmitir con sus palabras lo que siente, haciéndonos partícipes de la belleza de un mar salvaje o de una flor, pero también de la angustia al pensar en que pueda pasarla algo estando sola, la incomodidad de una visita no solicitada o el terror físico que producen los disparos en la época de caza.

Disfruto muchísimo con este tipo de libros, incluso aunque me produzcan cierta envidia, porque me ofrecen la posibilidad de vivir en sus páginas un tipo de vida que podría gustarme vivir. Además su prosa es muy remarcable, concisa y cálida. Todo un descubrimiento esta autora, sin duda.

La casa junto al mar de May Sarton (1977) | @galloediciones

Mi primer contacto con May fue con el primero de sus diarios, Anhelo de raíces, tuve una conexión inmediata con ella. Continué con su Diario de una soledad, de nuevo todo un acierto que me sirvió para ahondar más en su persona. Ahora, con La casa junto al mar, he vuelto a disfrutar de su voz de principio a fin.

En este diario nos vuelve a hablar de su trabajo, de su necesidad de soledad y aislamiento al mismo tiempo que de compartir experiencias con otros, de sus ansiedades y miedos... Vemos a esa May que saca de la vida lo que puede y que se llena de todo aquello que le transmite paz y tranquilidad, equilibrio y serenidad, algo que necesita especialmente para apaciguar ciertas tempestades internas. En este tomo está mucho más presente la vejez y la muerte, hay muchas reflexiones sobre la senilidad, unido además con que a May le toca decir adiós a seres queridos cada vez más constantemente —a su alrededor la muerte comienza a darse muy a menudo y también tiene que ver cómo flores muy importantes (personas muy allegadas) están marchitándose sin poder hacer nada para evitarlo—.

Es todo un placer conocer lo que nos cuenta en su día a día, una lectura muy reflexiva y hay de todo un poco. Nos habla de ella, pero también de la sociedad en general, de personas que conoce y de vivencias de otros que también la hacen pensar. Hay mucho en estas páginas, incluidas descripciones estupendas de la naturaleza, de sus flores, de todo lo que la rodea en esta casa junto al mar, también de sus animales que son su familia... Es todo un disfrute esta inmersión no solo en su vida, sino también en ese contexto, en ese ambiente natural y aislado al que nos lleva a la perfección (y con sus más y sus menos, no idealiza nada, no todo es cómodo ni bueno siempre).

Es una experiencia estupenda leer sus diarios. Me hace reflexionar mucho sobre mí misma y sobre mi forma de ver la vida; y da igual que esté o no de acuerdo con todo lo que dice, simplemente esa especie de intercambio tan enriquecedor que siento cuando leo sus reflexiones e ideas me es muy satisfactorio.

✍ Reseña completa en el blog (donde me extiendo mucho más).
Enlace: https://lectoraempedernida88..

Leer a May Sarton es maravilloso.
El primer libro que leí de ella fue "Anhelo de raíces", un libro de memorias en el que nos contaba cómo consiguió que la casa que compró en Nelson fuera el santuario que necesitaba para escribir.
El segundo libro fue "Diario de una soledad" en el que la autora durante un año hacía un examen interior de lo que era su vida y de cómo se sentía.
Ambos me encantaron. Pero este es el que más me ha gustado.

May ha abandonado su maravillosa casa y se ha trasladado a la costa de Maine, en un lugar espectacular entre el mar y los bosques. Tan bello como solitario y frío.
Y nos vuelve a hacer partícipes de su día a día, de sus pensamientos, sentimientos y emociones, de sus reflexiones sobre la vida, el trabajo de escritora,las amistades que ha cultivado a lo largo de los años y como cumplir años le hace pensar en esa soledad deseada y buscada pero que a veces le pesa, le angustia y le oprime el alma.

Un libro bonito, dulce, que alimenta el alma y que da calorcito al corazón.

Unas memorias en forma de diario narradas magistralmente, de manera clara y sencilla pero con un vocabulario exquisito y elegante muy descriptivo sin ser abrumador y con un tono evocador de manera que me ha permitido ver la casa, los colores, la luz, el mar y sentir tanto el frío intenso como la sensación de bienestar cuando desayuna en la cama o descansa junto a la chimenea.

Quiero ir a esa casa y que May me siga contando sus reflexiones porque me ha reconfortado tanto durante su lectura que me gustaría que esas sensaciones duraran siempre.


Maravilloso











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