Anhelo de raíces

Esta es la historia de un viaje y de una casa. Una historia pausada y serena.

Más Sarton nos involucra en su propia (re)construcción a través de una casa que convierte en el puente que le permitirá el paso de una etapa de vida a otra. Madurar, cumplir años es ir afrontando la vida con una cierta percepción. Yo, hoy, soy más yo que nunca.

Un jardín habita su momento personal, flores, libros, un buen vino, una vajilla fina, detalles… Va reflexionando sobre la vida, (re)encontrándose con ella misma y renaciendo de nuevo.

Árboles centenarios  que nos hablan de ser raíces antes que ramas, raíces que nos protegen y levantan.

Personas que nos hacen valorar la amistad,  permitiéndonos  vivir rozando lo posible y haciendo de lo imposible un cambio, siempre intentando conseguir un perfecto equilibrio. 

Esa protección de los amig@s, una prioridad en mi vida.

Me he sentido profundamente identificada con ella y me ha dado la mano permitiendo(me) “dejar que la vida fluya”. 

Lo veo cada vez que restauro un mueble como ella restauró su casa, llegar a la esencia misma, al núcleo, al corazón. 

En ese arte está intrínseco el arte de restaurar una vida. Y así lo va entretelando May Sarton en este libro. 

La magia de eliminar las capas superficiales, dejando atrás falsos brillos, llegar a lo natural  nos va a permitir captar la vida en sí misma. Capas y capas de miedos y egoísmos van cayendo en forma de virutas para ser sustituidas, previo aprendizaje, por un brillo natural  que será su nueva imagen al mundo.

Encontrar una casa, un lugar, un mueble que sea capaz no solo de detener el tiempo, sino además de permanecer en la memoria y en el corazón de quien la habita o lo disfruta nos permite que la rutina se convierta en poesía. Así somos capaces de unir pasado y presente, “amamos las cosas por lo que fueron”porque a través de ellas aprendemos a ser raíces antes que ramas.

“Anhelo de raíces”, deseo de permanencia, de duración, de arraigo, de ser parte de algo por pequeño que sea.

Un libro para leer a “poquitos”, alargarlo en el tiempo sin prisa, saboreándolo como un buen vino, sin prisa, como el placer de una buena conversación, de un abrazo infinito, o de esos silencios del corazón que no necesitan palabras.

Empezar por el principio es volver a casa.

Me ha gustado muchísimo leer y subrayar Anhelo de raíces con mi lápiz, hacer anotaciones, para después releer. 

Por las opiniones que había leído de este libro tenía una idea de lo que me iba a encontrar. La historia de la propia autora que nos cuenta cómo después de un suceso triste e inesperado a sus cuarenta años, decide comprar una casa del s. XVIII en medio del campo, alejada de todo, reformándola, creando en ella un hogar y comenzando allí una nueva vida. Y sí, ha sido eso. Pero es que es mucho más.

Ya solo con su forma de narrar tan delicada te atrapa y te transporta hacia esa casa, destartalada y medio en ruinas, y vives junto a ella la transformación con cada detalle de la reforma, no solo arreglándola y haciéndola habitable, sino convirtiéndola en un hogar. En un tono suave y lleno de belleza May reflexiona sobre el sentido de pertenencia a un lugar y la adaptación mientras va restaurando poco a poco la vivienda, que prácticamente es un personaje más porque está viva, y vivimos a su vez la transformación de la propia autora.

Una transformación personal que se respira en cada página, un aprendizaje continuo no solo de cosas prácticas como el cuidado del jardín, la forma adecuada de solucionar imprevistos o lidiar con pequeños animales salvajes, también, y sobretodo, de aspectos más profundos. Temas como la amistad, la soledad, la muerte, la responsabilidad, el trabajo, sus procesos creativos como escritora, sus dudas, los diferentes estados de ánimo por los que pasa que expone de una forma natural y fluida, totalmente integrados en la narración y que además me han parecido muy interesantes.

Este es uno de esos libros bonitos, que transmiten paz, de los que lees con una sonrisa en los labios. Porque aunque a veces trata temas más duros siempre hay luz, es capaz de sacarles el lado bueno. Y aunque reconozco que en algún momento pensé que quizá era demasiado amable para mi gusto, me encantó el toque final, con humor y rompiendo un poco esa idealización que envolvía todo el lugar, pero sin perder su esencia.

May Sarton fue una escritora prolífica de poesía y novela pero destacó principalmente en su faceta de memorialista. Nacida en Bélgica en 1912 se mudó siendo una niña a Estados Unidos donde residiría la mayor parte de su vida.

Nacida en una familia acomodada se graduó en Cambridge y su vida siempre estuvo ligada a la vida académica. Su madre fue artista y su padre historiador de ciencia. Público su primer libro de poesía a los diecisiete años y siguió escribiendo y publicando incluso después de sufrir un derrame cerebral a los setenta y ocho, cinco años antes de su muerte.

‘Anhelo de raíces' son unas memorias de la época en que Sarton vivió en Nelson, New Hampshire, en la década de los cincuenta. Con un prólogo maravilloso donde la autora nos habla de sus ancestros y la necesidad de encontrar su lugar nos introduce en estas páginas donde acompañaremos a esta peculiar señora en la búsqueda y compra de la casa, la reforma y decoración y en la creación del jardín. También conoceremos a sus vecinos y amistades que visitaron la casa a lo largo de los diez años que vivió en ella.

He tenido sentimientos encontrados con este libro ya que disfruté muchísimo de los primeros capítulos donde Sarton busca casa y la prepara para vivir en ella y cuando nos narra las dificultades de vivir de esa forma aislada. Cuando empieza a hablar del jardín es cuando empecé a tener problemas con ella. Mi shock empezó cuando se lían a tiros con las marmotas porque se comen las plantas 🙄 Entiendo que las plagas son un problema que hay que mantener a raya pero cargarse a los animalillos sin buscar otra solución antes me parece súper radical. Además teniendo en cuenta que la propia May se lía a cortar árboles y más árboles para dar forma a su jardín me pareció de lo más incongruente. Me sacudió especialmente un pasaje en el capítulo que trata la sequía que dice: «Utilizaba los mínimos platos posibles y cuando necesitaba un baño me iba a nadar. Aquella penuria era irritante pero soportable. Peor era tener que presenciar cómo la naturaleza, mi propio jardín, el mundo que me rodeaba, se marchitaba. Hay gente en el mundo que, un día tras otro, no pueden dar de comer a sus hijos lo suficiente, que los ven adelgazar continuamente, que que aguantan eso día tras día, año tras año. Sé lo que sienten, al menos un poco.» Mira, no.

¿Habéis leído Anhelo? ¿Qué opináis de lo que comento? ¿Me recomendáis algo para seguir con la pluma de Sarton?

Cuantas veces he soñado con coger mis bártulos, e irme sin más a vivir a una casa en el campo, ¿y a qué alguna de vosotras también?; pues eso fue justo, lo que hizo la escritora May Sarton en la década de los cincuenta, cuando compró una casa del siglo XIII en una zona rural de Nueva Inglaterra, se mudó a ella, y nos lo contó en estas memorias.
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Tras una época marcada por la depresión, y la ansiedad, May Sarton describe de una manera intimista, y llena de ternura, el proceso de transformación de esa casa en un hogar, en un lugar propio donde sentirse plena, donde compartir y crear vivencias, y dónde encontrar tranquilidad para poder dedicarse a la escritura.
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A través de las páginas, y de las distintas estaciones, la autora nos hace partícipes de la preciosa relación que establece con la casa y su entorno. Un entorno natural lleno de luz y color, donde crecen libremente las flores, y dónde los mapaches campan a sus anchas.
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La autora además, comparte los sentimientos y pensamientos que le van surgiendo durante todos esos años, así como sus reflexiones de vida, de muerte, y de raíces. Porque Porque al final se trata de eso, de encontrarse a uno mismo en comunión con la naturaleza, y de encontrar un lugar en el mundo donde poder crecer y desarrollarnos como personas.
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No sé si May Sarton era consciente del regalo que  nos hacía con estas memorias, y no podría transmitir en tan sólo unas líneas lo que para mí ha significado esta lectura. Solo deciros que ha sido como una caricia para el alma, y como un abrazo para todo mi mundo.
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Gracias a May Sarton por este precioso regalo💖

Anhelo de raíces ha sido un refugio. Una chimenea encendida un frío día de invierno. Una guarida para protegerse del viento gélido. Un abrazo de los que duran segundos eternos.
Anhelo de raíces es de beber a sorbitos, porque reconforta. de comer a trocitos para saborear. Es el dulce que te permites al final del día por el duro trabajo.

Y no quiero caer en la ingenuidad. May Sarton es ante todo una señora bien, una burguesa que puede permitirse retirarse al campo, decorar una casa preciosa y un jardín aún más bello, sólo para dedicarse a escribir; mientras todo el trabajo duro (reformar la casa, segar, abrir un pozo, talar...) es el trabajo de otros. Pero hay un poco de envidia sana y no tan sana: todas firmaríamos por ser May Sarton.
Y he de decir que pese a su clase, me gusta ella. Pese a algunas frases y hechos que demuestran su clase (su falta de preocupación, sobre todo, ante ciertos temas relacionados con lo económico, claro), me gusta que sabe ver a sus vecinos: granjeros, agricultores, gente que durante generaciones han vivido en el que es ahora su pueblo. No hay arrogancia, ni lo hace desde una atalaya, realmente se muestra tal cual es con ellos, aprende de ellos, discrepa también: hay una verdadera relación con sus vecinos que no es paternalista. Amistad en los mejores casos.

Y luego está toda la parte, totalmente idealizada, sí, pero maravillosa, de su nueva vida: elegir el color de sus paredes, escoger las flores que adornarán los parterres, encender el fuego en invierno, la descripción de la luz, de la oropéndola. El trazo que dejan sus amigos al visitarla allí. El peso que toma la casa al adoptar los muebles heredados de sus padres. Los detalles hacen que suspiros de anhelo salgan de lo más profundo de ti.

No sabía yo que necesitara esto (una casa, el campo, vivir para leer) en mi vida, y como, de momento, no es algo que vaya a pasar ni parece cercano, Anhelo de raíces es la experiencia más próxima que me he podido permitir.

(Muy muy muy recomendable para combatir es estrés.)