Ahora veía que no había estado sola en Nelson porque soy inmune a la soledad, rodeada como estoy de una nube de resplandor y fe. Nelson me ha dado la clave de un mundo natural que hace sólo ocho años no conocía. Pero no es, y nunca podrá ser, la clave de lo que atesoro. Sería tonto esperar que lo fuera, ¡la tontería común de los amantes que lo esperan todo del amado!
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