Todos los nombres

[...], las viejas fotografías engañan mucho, nos dan la ilusión de que estamos vivos en ellas, y no es cierto, la persona a quien estamos mirando ya no existe, y ella, si pudiese vernos, no se reconocería en nosotros.

[...], querido amigo, tienes que aprender a vivir con la oscuridad de fuera como aprendiste a vivir con la oscuridad de dentro.

[...], en la Conservaduría General solo existían palabras, en la Conservaduría General no se podía ver cómo habían cambiado e iban cambiando las caras, cuando lo más importante era precisamente eso, lo que el tiempo hace mudar, y no el nombre que nunca varía.

Tal vez estuviesen hablando de la vida, de sus vidas, o de la vida en general, es lo que sucede cuando asistimos a una conversación y no estamos atentos, siempre lo más importante se nos escapa.

«Llevar el retrato de una persona en el bolsillo es como llevar un poco de su alma» Pág. 136