Hace poco comentaba por aquí lo mucho que puede influir en nuestra consideración el nombre del autor del relato (por cierto, lean “El mundo deslumbrante”), y ahora, tras leer “La pista de hielo”, me debato entre dos opciones: seguir orgulloso de mi iconoclasia y por mucho que sea Bolaño y aunque se vean trazas de lo que después fue el autor, "Los detectives salvajes" se atisvan por aquí, sostener que no es una buena novela o, si quieren, que no me ha gustado lo que debiera; o, por el contrario, admitir que es precisamente la firma de Bolaño y lo mucho que le exijo al autor la causa de que esta novela no me haya parecido nada del otro mundo. Quién sabe. Hasta que no saque una conclusión definitiva le mantendré las tres estrellas, aunque solo sea por el cariño que le tengo al autor y porque la historia no deja de ser entretenida: unos hechos, asesinato incluido, contados desde tres perspectivas distintas, aunque apenas se toquen entre ellas, con un amor imposible, triste, desganado, helado, en el centro de todas ellas, y en las que encontré un cierto aire a Marsé, no me pregunten por qué (aunque según he leído después, no he sido el único). + Leer más |