Dichos de Luder

"Toda mi obra es un acta de acusación contra la vida. No he hecho nada por mejorar la condición humana. Si mis libros perduran, será debido a la perversidad de mis lectores"

Esta obra es prologada por una alocución falsa del autor en el cual afirma haber conocido a un bohemio literato peruano de nombre Luder que está en París y que luego probablemente volvió al Perú pero que está inubicable. Desde un inicio te hablan de que es un personaje especial, complejo y que aparentemente es un escritor bastante desconocido y poco leído.
Es desde luego un alter ego del propio Ribeyro. Pero el texto en general son un conjunto de dichos, sentencias o conversaciones con el tal Luder. Tiene bastante de sorna y sarcasmo hacia el propio trabajo y obra literaria del autor en muchas de sus frases. Se reconoce mediocre, poco leído o a veces orgulloso de lo que escribe. Muestra una falsa modestia, hace como que no le importa lo que piensen los críticos o lectores de su obra y hasta se burla de otros escritores.

"Soy como un jugador de tercera división. Mis mejores goles los metí en una cancha polvorienta de los suburbios, ante cuatro hinchas borrachos que no se acuerdan de nada"

Una interesante forma sin duda de incluir pensamientos o pequeños fragmentos de prosa. Los dichos son separados y hablan de cualquier tema siempre con ironía y jocosidad por momentos. Por momentos se trasluce el pensamiento político, filosofía y "manías" del propio escritor. Son presentados como si el autor del libro estuviera detrás de Luder, lo acompaña en sus paseos, conversaciones o situaciones más comunes y anota lo que va diciendo. Esto puede ir desde algún comentario ingenioso o uno cínico y con desprecio de la vida.

"La gente duerme más tranquila arrullada por la música de una desgracia ajena"

En el Barrio Latino de París vivió durante un tiempo un misterioso autor, Luder, que se vanagloriaba entre otras cosas de no haber alcanzado la fama. Pese a su aparente intranscendencia en el panorama literario, contaba con un séquito fascinado por su personalidad y su talento. Uno de sus integrantes fue el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro, que en ‘Dichos de Luder' reunió cien dichos del autor cargados de ironía y una visión muy particular de la vida y la literatura.

Curioso el planteamiento, ¿verdad? Pues prepárate para el plot twist: Luder no ha existido nunca. No es más que un alter ego ficticio del autor.

Publicado originalmente en 1989, La Caja Books trae ahora en su colección ‘Bastardilla' este compendio de diálogos y máximas breves, tan breves como el propio título: cuando quieras darte cuenta, ya lo estarás terminando. Y es que, prólogo y epílogo aparte, cada uno de esta centena de textos tiene solo entre 4 y 9 líneas. ¿Cómo no iba a devorarlo en una tarde?

Lo he leído como si originalmente fuese una obra más extensa, pero en la que han censurado el resto de partes y han quedado visibles únicamente los fragmentos destacados, los subrayados o marcados. Y en parte el propio concepto del libro es algo así: extraer lo más significativo de Luder para hacer un retrato breve pero realista de su personalidad excéntrica.

Reconozco que este juego dual entre persona y personaje hubiese sido mucho más divertido si hubiese conocido antes al autor, si hubiese leído otras obras suyas y pudiese jugar a determinar el punto donde termina el hombre real y comienza el ficticio. Esto hubiese sido un plus, sí, pero no es imprescindible.

Me ha fascinado su manera de jugar con el lenguaje, o más bien con los conceptos, para darles la vuelta, como en el fragmento que he seleccionado para comenzar mi reseña: extraer una conclusión que estaba oculta a la vista, esperando a que alguien llegase a ella con una capacidad de deducción y creatividad desbordantes.

Su brevedad ha hecho que pasase por mí de una manera efímera, pero solo en lo que se refiere a su lectura, porque esta obra se quedará conmigo por su originalidad y por las sonrisas que me ha sacado con sus ocurrencias.
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