![]() |
Cuentos de Julio Ramón Ribeyro
La idea no le pareció mala y desenterrando su instrumento lo sacó de su funda y reinició los ejercicios de su niñez. A esta tarea se aplicó con un rigor que lo sorprendió. En un par de meses, a razón de cinco o seis horas diarias, alcanzó una habilísima digitación y meses después ejecutaba ya solos y sonatas con una rara virtuosidad.
|