Entonces, ¿qué éramos? En diez años, no he podido encontrar la palabra que nos describa.
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Entonces, ¿qué éramos? En diez años, no he podido encontrar la palabra que nos describa.
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(…) resistí una extraña oleada de afecto desesperanzado.
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Qué tremenda era la agonía de las decisiones sin tomar.
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No se puede cuantificar lo humano. No se puede medir, no de la forma que pretende. Las personas son apasionadas y tienen defectos y son falibles. Cometen errores. Los recuerdos se diluyen. Les engañan sus propios ojos.
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«Quien sufre solo sufre más en su mente al dejar atrás ratos libres y momentos felices; mas la mente puede pasar por alto mucho sufrimiento cuando el dolor comparte con otros».
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Pasé un brazo sobre sus hombros, la atraje hacia mí y besé su sien. Sentí su suspiro y cuando exhaló su tristeza, la inhalé yo.
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Puedes justificar cualquier cosa si lo haces con suficiente poética.
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Sus ojos volvieron a encontrar los míos, un fantasma de su risa aún merodeaba en su boca
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Tenía la mano apoyada en la mesa y, en un momento de rara valentía, me estiré y puse la mía sobre la de ella. Cuatro de sus dedos envolvieron dos de los míos.
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Para alguien como yo, que adoraba tanto las palabras, era increíble lo a menudo que estas me abandonaban.
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Es el primer libro publicado por Carlos Fuentes.