La casa de las magnolias

A través de mi reflejo en este espejo viajo en el tiempo y me reencuentro con mi madre.

El olor me hace sentir en casa, me recuerda a mi madre y a mi infancia.

Siento que he encontrado todas las piezas necesarias para completar el puzle, pero ahora me merezco la tranquilidad necesaria para ir encajándolas en su sitio poco a poco.

Sé que es difícil, pero deja el pasado atrás, porque ese es el sitio que le corresponde.

Muchas cosas cambiaron con la guerra, y hay veces que lo más sabio es aceptar que ya nunca volverán a ser igual

Miles de motitas de polvo se quedan en suspensión sobre su asiento vacío, agitadas por su brusco movimiento. Me quedo observándolas hipnotizada, tratando de asimilar que mi vida ha sido así porque un cúmulo de decisiones, imprevistos y errores la cambiaron para siempre.

Esto no es una excusa, porque para mí su comportamiento fue y será siempre imperdonable, pero detrás de cada acto siempre hay un cúmulo de circunstancias que nos conducen hasta él.

La guerra acabó hace ya mucho tiempo, pero mi lucha interna continúa, mi castigo todavía no ha terminado.

Sea lo que sea contra lo que Luis lleva luchando todos estos años, ocultándonoslo, intentando dejarlo atrás, es demasiado tarde. Ya le ha alcanzado.

Aquella fotografía fue la despedida de Ignacio, del verano y de todo cuanto teníamos hasta aquel momento. Aquella fotografía retrata lo que éramos y lo que dejamos de ser.