Con esos besos estaba diciéndome que me quería con todo su corazón, que estaba orgulloso de la mujer en la que me había convertido. |
Con esos besos estaba diciéndome que me quería con todo su corazón, que estaba orgulloso de la mujer en la que me había convertido. |
Si no sales tu a definirte, no tardaran en definirte otros de forma injusta
|
Mi madre me enseño muy pronto a leer, me llevaba a la biblioteca pública y se sentaba a mi lado mientras yo pronunciaba en voz alta las palabras impresas en una página
|
invitémonos unos a otros a entrar. Tal vez entonces podremos empezar a ser menos temerosos, a hacer menos suposiciones erróneas, a librarnos de los sesgos y los estereotipos que nos separan de forma innecesaria. Quizá podamos centrarnos en aquello que tenemos en común. No se trata de ser perfectos. No se trata del lugar al que llegamos al final del recorrido. Hay cosas que nos hacen poderosos: darnos a conocer, hacernos oír, ser dueños de nuestro relato personal y único, expresarnos con nuestra auténtica voz. Y hay algo que nos confiere dignidad: estar dispuestos a conocer y escuchar a los demás. Para mí, así es como forjamos nuestra historia.
|
Tienes sitio aquí. Tú importas. Tengo buena opinión de ti
|
La suya era la única voz que me animaba a seguir adelante, a dejar de lado mis inquietudes y lanzarme hacia aquello que creyese que podría hacerme feliz. No pasaba nada por dar el salto hacia lo desconocido porque —y esta sería una noticia sorprendente para casi cualquier miembro de la familia Shields/Robinson, remontándonos hasta Dandy y Southside— lo desconocido no me mataría. «No te preocupes —me decía Barack—. Eres capaz de hacerlo. Nos las apañaremos.» |
-Si no hablo contigo- le dije- quizá tenga que buscarme algún otro que me escuche.- Lo decía en broma, pero no del todo |
¿Soy lo bastante buena? Sí, lo soy.
|
El título se me antojaba degradante, como si fuera una señora definida por su señor.
|
Me acostumbré a mirar al frente siempre que pasaba por delante de un grupo de hombres apostados en una esquina y a ignorar sus ojos clavados en mis pechos y mis piernas. Hacía oídos sordos a los piropos que recibía. Aprendí qué manzanas del barrio se consideraban más peligrosas y tenía claro que no debía ir sola por la noche.
|
¿Qué objetousaron como traslador en el Mundial de Quidditch?