Antoinette nunca más había vuelto a darle otros besos que no fueran los de la mañana y de la noche, que padres e hijos intercambian sin pensar, como los apretones de manos de dos desconocidos.
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Antoinette nunca más había vuelto a darle otros besos que no fueran los de la mañana y de la noche, que padres e hijos intercambian sin pensar, como los apretones de manos de dos desconocidos.
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Durante un largo instante oyó los sollozos batiendo en su pecho como el oleaje profundo y grave del mar, la boca bañada por lágrimas que sabían a agua salada...
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De pronto se sintió poseída por todo su futuro, sus jóvenes fuerzas intactas, su capacidad para pensar: "¿Cómo se puede llorar de esa manera por algo así? ... ¿Y el amor? ¿Y la muerte? Un día morirá ... ¿lo ha olvidado?
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"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo" ¿El personaje de qué libro está hablando?