Mientras vivimos somos muy diferentes, pero, muertos, todos somos iguales. Una masa de carne desechada.
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Mientras vivimos somos muy diferentes, pero, muertos, todos somos iguales. Una masa de carne desechada.
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Usted es hermosa, doctora. Lúcida y fuerte. Pero siempre parece que vaya arrastrando su corazón. A partir de ahora, usted deberá iniciar los preparativos para encaminarse hacia la muerte. De ahora en adelante, si concentra todas sus fuerzas en vivir, no será capaz de morir bien. Debe ir cambiando, poco a poco, de marcha. Porque, doctora, vivir y saber morir, en cierto sentido, tienen un valor equivalente.
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Lo que ven nuestros ojos no tiene por qué ser forzosamente la verdad.
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Sea como sea, toda esa terrible lucha se desarrolló en el terreno de la imaginación. Ahí ganamos, ahí perdemos.
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Comprendo muy bien cuáles son sus sentimientos, pero éstos, una vez de traducen en palabras, se convierten en mentiras.
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A veces, pensar tampoco te lleva a ninguna parte.
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El fuego, ¿sabes?, el fuego tiene una forma libre. Y, como tiene una forma libre, adopta la forma del corazón de la persona que lo está mirando.
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Por muy lejos que uno vaya, jamás puede huir de si mismo.
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¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?