He llegado a saber que el rechazo es el único antídoto para el autoengaño.
|
He llegado a saber que el rechazo es el único antídoto para el autoengaño.
|
El mundo artístico había resultado ser como el mercado de valores, un reflejo de las tendencias políticas y las convicciones del capitalismo, alimentado por la avaricia y la maledicencia y la cocaína.
|
Podría dar como argumento del rechazo de la domesticidad de mi madre una especie de reivindicación feminista de su derecho al tiempo libre, pero en realidad creo que se negaba a cocinar y a limpiar porque le parecía que, si lo hacía, se consolidaría su fracaso como reina de belleza.
|
Creía que la vida sería más llevadera si el cerebro tardaba más en condenar el mundo a mi alrededor.
|
Y eso era justo lo que quería, que mis sentimientos pasaran como luces que brillan delicadas a través de la ventana, que me sobrepasaran, que iluminasen algo vagamente familiar, luego se desvanecieran y me volvieran a dejar en la oscuridad.
|
En cuanto empezamos a generalizar, renunciamos a nuestro derecho a la autonomía.
|
Me renovaría, renacería. Sería una persona completamente nueva. Mi vida anterior no sería más que un sueño y podría empezar de nuevo sin remordimientos, fortalecida por la dicha y la serenidad que habría acumulado en mi año de descanso y relajación.
|
"Quizá sí entendieron que, en realidad, la belleza y el significado no tenían nada que ver la una con el otro. Quizá vivieron como auténticos artistas, sabiendo todo el tiempo que no había puertas al paraíso. Ninguna creación ni ningún sacrificio llevaría a nadie al cielo."
|
Cada vez que me despertaba, de día o de noche, me arrastraba por el luminoso vestíbulo de mármol de mi edificio y subía por la calle y doblaba la esquina donde había un colmado que no cerraba nunca. Me pedía dos cafés grandes con leche y seis de azúcar cada uno, me tomaba de un trago el primero en el ascensor de regreso a casa y luego a sorbos el segundo, despacio, mientras veía películas y comía galletitas saladas con formas de animales y tomaba trazodona y zolpidem y Nembutal hasta que volvía a dormirme. Así perdía la noción del tiempo. Pasaban los días. Las semanas. Unos cuantos meses.
|
Gregorio Samsa es un ...