Me pregunté por el futuro. Que gran error es preguntarse por el futuro, sólo conduce a la angustia de lo incierto, lo inmanejable. La más estéril de las angustias.
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Me pregunté por el futuro. Que gran error es preguntarse por el futuro, sólo conduce a la angustia de lo incierto, lo inmanejable. La más estéril de las angustias.
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Y así fue. El pastel no sólo estaba esponjoso y untuoso a la vez. Además sabía a noche de verano: el primer bocado me retrotrajo inmediatamente a mi niñez, a la fragancia de madreselva que trepaba por la casa de la casita blanca y azul; la que durante las vacaciones, solíamos alquilar junto al mar. *** (...) Anice poco tenía que ver con la Giovanna Verelli que yo había conocido fugazmente. Y era a Anice a quien quería descubrir porque en ella se hundían mis raíces, enredadas entre secretos alimentados por el tiempo y el silencio. *** No era la libertad (...) Era la calma. Lo que debía haber buscado era la calma; pues de nada vale la libertad sin ella. Pude tenerla y la sacrifiqué con una promesa. |
Me sequé torpemente la nariz y las mejillas. Ese gesto debería bastar para dejar de llorar, pensé. Pero me enfadé al comprobar que el llanto no cesaba, que era incapaz de controlarlo; yo, que todo lo controlaba, y más en lo referente a mis propias emociones.
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Por entonces no lo sabía y aún tardaría muchos años en averiguarlo, pero mi bisabuela era un hada de la naturaleza y necesitaba vivir en un jardín.
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"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo" ¿El personaje de qué libro está hablando?