Los recuerdos vienen y van a su antojo, nunca se sabe lo que florece en el camposanto de mi memoria.
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Los recuerdos vienen y van a su antojo, nunca se sabe lo que florece en el camposanto de mi memoria.
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Como las mentiras de un currículum cuando uno ha sido contratado. Se olvidan, pierden su función.
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Se han muerto porque no he sabido cuidarlas. Se pregunta hasta dónde llega la responsabilidad de una madre, en qué momentos hay que dejar a los hijos volar solos, sin la mirada vigilante y la tutela obsesiva. No hay tregua, ni descanso, se dice. A los hijos hay que cuidarlos todo el tiempo, incluso cuando no estás con ellos. Un hilo de plata debe mantener la comunicación, un hilo del que tirar si asoma el peligro, si se encienden las alarmas interiores. Si el hilo se rompe, el niño se pierde para siempre. Y no hay perdón para la madre que no supo estar al acecho.
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La convivencia de dos personas casadas es misteriosa, hay muchas formas de esquivar la compañía, estrategias que a lo largo de los años se van afinando.
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Es como un rito de humillación, como pasar por debajo de la mesa después de perder una partida de futbolín.
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Te odio tantas veces como tantas otras veces te amo, y por eso eres tú tan grande, grande, grande para mí, tan grande como es mi amor. |
Yo sé que el mundo se divide entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, y mucho más después de siete años conviviendo con el mal dentro de las cuatro paredes de la cárcel. Pero estoy del lado de la justicia, de la luz, y necesito ayuda.
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Sonia entiende, no necesita más. Se da cuenta de que nada es como pensaba, que ha vivido con los ojos cerrados, que Moisés ya no es el hombre del que se enamoró, que sus hijas ya no viven, que la casa se ha ido desmoronando, igual que ella, que no queda nada de su belleza, igual que no queda nada del hogar que construyeron ella y su marido en otros tiempos. De repente ve que las paredes tienen manchas, que las tapicerías están deslucidas, que sus ojeras están más marcadas que nunca.
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El amor no se puede ocultar.
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…una de las canciones favoritas de Elena Blanco, pero que, por algún motivo, casi nunca canta. Quizá es por su letra: te pido más de tu cuerpo, te pido más de tus brazos… Elena no está dispuesta a dar más, por eso tampoco lo pide.
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10 negritos