¿Qué es lo que verían, qué es lo que escucharían decir a sus fantasmas?
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¿Qué es lo que verían, qué es lo que escucharían decir a sus fantasmas?
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Si en la historia del famoso hidalgo manchego fue él quien diezmó y dispersó al que creía ejército enemigo, aquí fue la hora del desquite para la grey lanar. Y si en aquella nunca vista efeméride fue un solo lunático quien desbarató al hato ovejil, aquí se volvieron las tornas y fue la más pacífica y bucólica de las familias balantes quien puso en fuga a más de doscientos orates empavorecidos.
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La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca
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He dicho que no quiero ver a nadie, pues vuestras miradas me ensucian; vuestras palabras me aburren.
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El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta comer para alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas formas y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta? ¿De qué le sirve al estómago una salsa cumberland o un Chateaubriand a la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las orlas en la forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el pasamanos de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente "añadido a la pura necesidad"... ¡ya es arte! La gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las primeras artes creadas por nuestra especie, porque representan los excesos inútiles añadidos a las necesidades primarias de comer, abrigarse y guarecerse.
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Los espejos, como muchas personas, tienen respuestas distintas para las mismas preguntas.
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Es condición muy acusada de esta enferma tener respuesta para todo, aunque ello suponga mentir _para lo que tiene una rara habilidad_ y aunque sus embustes contradigan otros que dijo antes. Y todo ello con tal coherencia y congruencia que le es fácil confundir a gentes poco sagaces e incluso a psiquiatras inexpertos.
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Los renglones torcidos de Dios son, en verdad, muy torcidos. Unos hombres y unas mujeres ejemplares, tenaces y hasta heroicos, pretenden enderezarlos. A veces lo consiguen. La profunda admiración que me produjo su labor durante mi estadía voluntaria en un hospital psiquiátrico acreció la gratitud y el respeto que siempre experimenté por la clase médica. De aquí que dedique estas páginas a los médicos, a los enfermeros y enfermeras, a los vigilantes, cuidadores y demás profesionales que emplean sus vidas en el noble y esforzado servicio de los más desventurados errores de la Naturaleza.
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Los renglones torcidos de Dios son, en verdad, muy torcidos. Unos hombres y unas mujeres ejemplares, tenaces y hasta heroicos, pretenden enderezarlos. A veces lo consiguen. La profunda admiración que me produjo su labor durante mi estadía voluntaria en un hospital psiquiátrico acreció la gratitud y el respeto que siempre experimenté por la clase médica. De aquí que dedique estas páginas a los médicos, a los enfermeros y enfermeras, a los vigilantes, cuidadores y demás profesionales que emplean sus vidas en el noble y esforzado servicio de los más desventurados errores de la Naturaleza.
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-No solo ha de cambiarse de ropa, como le ha sugerido el doctor, sino también de nombre. Llamase Alicia simplemente: el apellido ni lo mencione. Para las gentes que va usted a tratar, hasta una fonética extranjera marca un signo de excesiva “diferenciación”. Y ya esta usted más que diferenciada con su estatura, sus rasgos faciales tan perfectos, su distinción natural y su clara inteligencia, para “además” llamarse o vestirse de un modo distinto a como ellos acostumbran a oír o a ver. |
¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?