El faro de los amores dormidos

No hay nada peor que desear algo que percibes que siempre se te escapa.

Hablar de amor siempre ahoga, es una palabra tan grande y yo me siento tan pequeño

No somos el reflejo que nos devuelve un espejo. Somos las mil versiones distintas de un caleidoscopio que la vida no deja de agitar.

Siempre hay una última vez. Lo peor de ellas es que en muy contadas ocasiones se sabe que lo son. Eso las hace aún más crueles.

Estamos hechos de expectativas. Vamos rompiéndolas hasta que demostramos a los demás lo que de verdad somos. Ahí es donde, si se quedan tras ver lo que guardamos, sabes que también merece la pena quedarse.

El naufragio del primer amor siempre deja arena en el corazón.

Me pregunto cuando sucede, cuando descubres donde está tu espacio y sientes la calma de encajar en una forma que se corresponde con tu molde

Cuéntame tu peor error

Me pregunto cuándo dejas de desear besar a alguien. Cuándo sucede y te sacias. Cuándo se termina esto que me late con desenfreno muy cerca del corazón.

—¿Qué es el amor para ti?
[…]
—Creo que tiene que parecerse a la nada. […] Como cuando te lanzas al agua y metes la cabeza debajo. Esa sensación de que todo desaparece y te sientes… bien. Cómodo. Vivo. O como cuando flotas en mar abierto, cierras los ojos con el sol de cara y sonríes, porque en ese instante no necesitas nada más.