Solo hay un modo de contener el desarrollo de una civilización [...]: terminar con su ciencia.
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Solo hay un modo de contener el desarrollo de una civilización [...]: terminar con su ciencia.
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Aquel (trisolariano) al que se le ocurrió tildar a los humanos de insectos olvidaba un hecho: los insectos jamás han sido vencidos
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El pensamiento femenino es distinto al masculino; ni mejor ni peor, sino distinto, y ambos son igualmente necesarios en el mundo.
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Mírenlos, ahí están, por todas partes: los insectos. Su nivel tecnológico está infinitamente más alejado del nuestro, de lo que nosotros podamos estarlo de los trisolarianos, y, con todo, los humanos llevamos tratando de acabar con ellos desde tiempo inmemorial (…) A día de hoy, los insectos no han podido ser eliminados y pisan con orgullo la faz de la Tierra.
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La existencia de la mayoría de la gente no es más que un cúmulo de felices casualidades.
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(...) que la vida en la Tierra no es más que una casualidad entre casualidades, que el universo es un palacio vacío y la humanidad la única, minúscula hormiga que lo habita.
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Que la vida en la Tierra no es más que una casualidad entre casualidades, que el universo es un palacio vacío y la humanidad la única minúscula hormiga que lo habita.
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Los humanos necesitaron más de cien mil años terrestres para evolucionar de cazadores recolectores a agricultores: Pasar de la edad agrícola a la industrial ya les costó algo menos: varios miles de años terrestres, pero el paso de la edad industrial a la edad atómica se produjo en solo doscientos años, y luego, en apenas unas décadas, ya entraban en la edad de la información… ¡Esta cvilización posee la aterradora capacidad de acelerar su progreso!
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Una vez desvelados los misterios más profundos del Universo, ¿sería la Humanidad capaz de seguir existiendo?
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La respuesta más lógica que lograba dar a esa pregunta resultaba oscura y espeluznante: quizá la relación entre la humanidad y la maldad fuera la misma que había entre el océano y un iceberg que afloraba en su superficie; a simple vista no parecían lo mismo, pero en realidad estaban hechos de una misma esencia, el agua, solo que en estados distintos.
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Novela de ciencia ficción, escrita por Richard Matheson, en 1975 se titula: "En algún lugar del _________"