Dolores Claiborne

A veces hay que ser un pedazo de cabrona para sobrevivir. A veces ser una cabrona es lo único a lo que una mujer puede aferrarse

A veces hay que ser un pedazo de cabrona para sobrevivir. A veces ser una cabrona es lo único a lo que una mujer puede aferrarse.

El amor que una madre natural siente por sus hijos. Ese es el amor más fuerte del mundo y el más mortal. No hay mujer más cabrona en el mundo que la que teme por sus hijos

pero huir no solucionar los problemas cuando uno ha sido herido en serio. Al fin y al cabo, allá donde vayas llevarás contigo la cabeza y el corazón

“El amor que una madre natural siente por sus hijos. Ése es el amor más fuerte del mundo y el más mortal. No hay mujer más cabrona en el mundo que la que teme por sus hijos.”

A veces hay que ser un pedazo de cabrona para sobrevivir. A veces ser una cabrona es lo único a lo que una mujer puede aferrarse

A veces hay que ser un pedazo de cabrona para sobrevivir. A veces ser una cabrona es lo único a lo que una mujer puede aferrarse.

“Pero huir no soluciona los problemas cuando uno ha sido herido en serio. Al fin y al cabo, allá donde vayas llevarás contigo la cabeza y el corazón.”

“Entonces me parecía que el sentido del humor era como la nariz o las orejas: a unos les funcionaba mejor que a otros, pero todo el mundo lo tenía.”

“Al final, los colores brillantes desaparecen de la vida, ¿os habéis dado cuenta? Al final todo parece gris, como un vestido que se ha lavado demasiadas veces.”