23 otoños antes de ti

Otra vez. ¿Cómo podía doler tanto su mera presencia? En teoría, solo era un número más. Un hombre entre millones y millones de personas que ahora mismo caminaban por el mundo. Pero era él.
Él. Único e irremplazable

Sentía el miedo paralizando sus pensamientos. Miedo a perderlo. Miedo a tenerlo. Miedo a ella misma. Miedo a él. Miedo al dolor, a las decepciones, a reconstruir de nuevo cuando las cosas se rompen sin previo aviso

Llevaban una especie de etiqueta sobre sus hombros, como si todos ellos fuesen tarros de mermelada y tuviesen que indicarle al resto del mundo que era fresa, naranja ácida o ciruela. Harriet o quería ninguna etiqueta, ella tan solo deseaba ser sin tener que definirse de un modo concreto; libre, muy libre

Que me apoyases, aunque no estés de acuerdo con mi decisión. Eso es arriesgar. Creer en alguien, incluso cuando tú mismo piensas que quizá me esté equivocando

Siempre había perdido el tiempo lamentándose por el pasado que no fue, por todo lo que no consiguió, o devanándose los sesos por aquello que pretendía lograr en el futuro. Y se perdía lo más importante: el aquí y el ahora

A veces no hace falta saberlo todo sobre la otra persona…me gusta que me sorprenda, que cambie y que me obligue a entenderlo de nuevo

Una bandada de pájaros izó el vuelo y Harriet pensó en lo fácil que sería ser uno de esos jilgueros, sentirse libre, escapar de la cárcel que a veces construyen los recuerdos

Y me gusta la idea de pensar que las conservo, como si fuesen valiosas. ¿Por qué no iban a serlo? Quiero decir, las cosas tienen solo el valor que nosotros decidimos darle

Era extraño. Era extraño sentir una especie de ¿conexión? Con una persona de la que no sabía absolutamente nada