“Ser un fantasma no dista mucho de ser un fotógrafo de guerra, puesto que intercala largos periodos de aburrimiento con inesperados fogonazos de miedo”. En ocasiones hay que acudir a la buena ficción para toparnos con la verdad más rotunda. En ‘Las siete lunas de Maali Almeida' nos encontramos un retrato trágico y desgarrador de la guerra civil de Sri Lanka (1983-2009) convertido en una suerte de epopeya satírica cargada de ingenio y de verdad. La historia comienza a principios de 1990, cuando Maali Almeida, fotógrafo de guerra, ludópata y hombre gay en el armario, se despierta ya muerto en una oficina celestial. Mientras su alma intenta comprender lo que ocurre, su cuerpo yace desmembrado en el lago Beira en Colombo, la capital de Sri Lanka. En un país corrupto hasta el tuétano, en plena guerra civil, donde el ejército, facciones rebeldes, terroristas y matones a sueldo campan a sus anchas, el espíritu de Almeida dispondrá de siete lunas, siete noches, para tratar de descubrir qué ha ocurrido y conducir a sus seres queridos del mundo inferior, el mundo terrenal, a unas fotografías suyas ocultas que podrían poner patas arriba el país. Maali no sabe si le han matado ni quién, pero está seguro de que su muerte está relacionada con esas fotografías comprometedoras. No os voy a engañar. ‘Las siete vidas de Maali Almeida' es una novela extraña y compleja. Ya sabéis la pasión que profeso por este tipo de historias, así que os podéis imaginar cuánto la he disfrutado. Es una historia cargada de simbolismo en la que entrar requiere algo de esfuerzo. En su primera parte, el autor se toma su tiempo para presentar al lector los principales escenarios, tramas y personajes. El escenario de la guerra civil (con sus acontecimientos más importantes y sangrientos, y los diferentes grupos étnicos y bandos enfrentados. -“No te molestes en buscar el bando de los buenos, porque no lo hay”, reconoce el protagonista en un pasaje de la novela-); la situación del Sri Lanka de 1990, donde la corrupción política y policial está a la orden del día; el Mundo Intermedio en el que se mueve el alma de Almeida, con sus reglas, su peculiar funcionamiento, sus criaturas espirituales extraídas del misticismo oriental, las almas oscuras y las luminosas que pugnarán por el espíritu de Almeida tras la séptima luna para llevarlo a la luz o a la oscuridad… En definitiva, un complejo puzle localizado en dos dimensiones diferentes (y con saltos temporales, para rematar) que cada lector deberá esforzarse por armar en su cabeza. Eso sí, una vez logras ubicarte, interiorizar la propuesta del autor y los mecanismos de la novela, no puedes parar de leer. La lectura toma dinamismo, se van cerrando tramas, y no puedes evitar pasar una página detrás de otra sin darte cuenta. El texto mezcla de una forma original aspectos fantásticos, detectivescos, históricos y sociales narrados con mucho sentido del humor, gracias en parte a un narrador en segunda persona que me ha robado el corazón. Ácido, mordaz, sarcástico… para mí, un narrador inolvidable. El final cerrado resuelve los interrogantes abiertos a lo largo de la novela y, aunque deja un regusto amargo y desolador (no es spoiler, la guerra durará casi 20 años más) y me ha dejado tocado, debo reconocer que me ha parecido un final magnífico y muy acertado. En definitiva, como os comentaba en una historia reciente, una novela que se ha colado en mi Top5 de lecturas del año cuando pensaba que ya tenía el ránking cerrado. No sé en qué posición estará, pero os aseguro que en una muy alta. + Leer más |