Da igual de dónde vengas, la gente te juzgará por adónde vas.
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Da igual de dónde vengas, la gente te juzgará por adónde vas.
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No hay nada que me agrade más que la salida del sol, en cualquier estación, en el puerto deportivo. Ver cómo perfora el horizonte de tinta un puntito rosa fuerte, y luego naranja, y ver esa bola de fuego que se alza despacio por encima de las olas.
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Cuando has matado una vez, puedes matar dos veces. Y cuando has matado dos veces, puedes matar a toda la humanidad”
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Iba a ser el centro de mi vida, el centro de mis pensamientos, el centro de mis atenciones, el centro de mis preocupaciones, el centro de mi amor absoluto. Y a ella le iba a pasar lo mismo conmigo. Yo iba a quererla y ella me iba a querer como pocas personas se han querido. En el cine, en el metro, en el teatro, en la biblioteca, en la mesa de los abuelos, mi sitio a su lado era el paraíso. Y las noches se convirtieron en nuestro reino.
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Da igual de dónde vengas, la gente te juzgará por adónde vas.
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A veces creemos que conocemos a las personas y descubrimos secretos asombrosos sobre ellas.
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No hay nada que me agrade más que las calles tranquilas y en paz, envueltas en el calor de las noches de verano de cielo azul marino cuajado de estrellas.
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Si Dios nos había dado un par de cojones, era precisamente porque no teníamos huevos.
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Me acuerdo de la primera vez en que me encontré con Tara Scalini, en marzo de 2004. Yo tenía nueve años. Nos habíamos conocido porque las dos habíamos sido finalistas en un concurso de deletrear, en Nueva York. Fue un flechazo amistoso. Ese día ninguna de las dos queríamos ganar.
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Generalmente las personas más tranquilas a veces son las asesinas
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10 negritos