Jamás te arrepientas de hacer lo que piensas ni defender aquello en lo que crees .
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Jamás te arrepientas de hacer lo que piensas ni defender aquello en lo que crees .
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Hay que tener mucho valor para mirar de frente a las heridas que duelen e intentar cerrarlas.
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Jamás te arrepientas de hacer lo que piensas ni de defender aquello en lo que crees.
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Ni la mezquindad de uno ni la inutilidad de otros van a lograr acallar nuestras ilusiones.
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Ellas solo están inquietas por lo que saben que va a ocurrir... obtendrán por fin la recompensa que aguardan entre graznidos impacientes. Sus estómagos hambrientos se encargarán de borrar toda huella de su existencia, y lo harán sin el más mínimo remilgo. Está llegando su hora: la hora de las gaviotas. |
Las gaviotas están especialmente irritadas esa mañana. Sus graznidos se empeñan en monopolizar la banda sonora del puerto deportivo. Los obenques de los veleros tintinean, mecidos por la brisa, sumando unas notas metálicas a las ásperas voces de las aves.
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No es fácil asumir que hay alguien capaz de destruir lo que más quieres solo por hacerte daño.
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—Todo el mundo tiene enemigos —le corrige Cestero—. Y más cuando se triunfa en los negocios.
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Jamás te arrepientas de hacer lo que piensas ni de defender aquello en lo que crees.
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Cestero piensa en ello. El piercing de la lengua asoma entre sus labios, algo habitual cuando está cavilando. No es el único con el que cuenta. Solo en el rostro luce otros dos: en la aleta de la nariz y en una de las cejas. Sumados a algunos tatuajes conforman la coraza con la que lleva armándose desde la adolescencia, leves distracciones para que la atención no se fije en lo esencial, en todo lo que no le gusta mostrar a los demás.
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10 negritos