Mi segunda lectura de Trotalibros editorial ha sido una delicia, la verdad.
Esta es una novela muy breve, pero con toda una vida en su interior, la vida de un profesor, el señor Chipping, al que cuando cierras la novela, te das cuenta de que le has cogido un cariño que no esperabas cuando empezaste su historia y al que tú también (y con el mismo cariño que sus alumnos), acabarás llamando señor Chips, Además, acompañan al texto unas pocas, pero preciosas ilustraciones de
Jordi Vila Delclòs que complementan la historia perfectamente.
Cuando comienzas su lectura conoces a un señor Chips ya jubilado, que vive justo enfrente de la escuela donde ha pasado gran parte de su vida trabajando, pero poco a poco iremos conociendo su historia, desde el momento que llego a Brookfield, siendo un joven e inexperto profesor de griego y latín y todo lo que los años posteriores le fueron deparando y que por supuesto yo no os contaré porque la novela es bastante breve y vale la pena leerla. Hay un punto de melancolía en los recuerdos de este viejo profesor que ha hecho que me fuera encariñando con él a medida que avanzaba en la lectura.
Sinceramente es una novela muy bonita, emotiva, tierna y entrañable y a mí me ha hecho recordar a algunos profesores, de esos como el señor Chips, con verdadera vocación, que supieron contagiarme su entusiasmo por la asignatura que impartían.
Me ha gustado mucho más de lo que esperaba al principio, lo reconozco, pero en algún punto, el señor Chips me conquistó como a uno de sus alumnos y ha sido un placer conocer su historia.
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