Siddhartha

Pero ¿acaso noes hermosa toda vida? ¿No tiene cada trabajo su propio encanto?

E incluso el ermitaño más solitario no estaba del todo solo en su bosque.

Me he despertado, estoy totalmente despierto y hoy, por fin, he nacido.

Cuando alguien lee un texto cuyo sentido quiere descifrar, no desdeña los signos ni las letras, ni los considera una ilusión, un producto del azar o una envoltura sin valor, sino más bien los lee, los estudia y los ama, signo por signo y letra por letra.

El sentido y la esencia no se hallaban en algún lugar tras las cosas, sino en ellas mismas, en todo.

El que nada sepa de mí, el que Siddhartha me haya parecido siempre tan extraño y desconocido, proviene de una sola causa: ¡el miedo a mí mismo, la huida ante mi propio ser!

Desentrañar las causas últimas era, según él, la verdadera forma de pensar. Solo así las sensaciones se convierten en conocimientos y, en vez de diluirse, adquieren contenido y empiezan a irradiar lo que hay en ellas.

Solo debo juzgarme a mí mismo y elegir o rechazar en función de mi persona.

El puro de espíritu que, meditando, se sumerja
en el Atmán,
sentirá en su corazón una alegría inefable.

Y empiezo a creer que este conocimiento no tiene peor enemigo que el querer saber, que el aprender.