¡Tiemblen los hombres que conquistan la mano de una mujer, si con ella no conquistan el calor de su corazón!
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¡Tiemblen los hombres que conquistan la mano de una mujer, si con ella no conquistan el calor de su corazón!
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Día tras día observaba con temor cómo iba creciendo la niña; siempre temía descubrir en ella alguna oscura y extravagante peculiaridad que correspondiera a la culpa que encarnaba
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Especialmente las mujeres venían a la cabaña de Hester a preguntarle por quë eran tan desgraciadas g cual era el remedio
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¿Tanto te han debilitado, que ya no puedes hacer nada, que no tendrás fuerzas siquiera para arrepentirte?
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Había sufrido aquella mañana cuanto es dado soportar a la humana naturaleza, y como su temperamento no era de los que por medio de un desmayo se libran de un padecimiento demasiado intenso, su espíritu podía solamente hallar cierto desahogo bajo la capa de una sensibilidad marmórea, mientras sus fuerzas corporales permanecieran intactas.
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¡Tiemblen los hombres que conquistan la mano de una mujer, si con ella no conquistan el calor de su corazón!
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...un pueblo para el cual religión y ley era prácticamente idénticas...
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Sería un curioso tema de investigación y observación el de si, en el fondo, el amor y el odio no son la misma cosa. Ambos hacen que un individuo dependa de otro en lo que se refiere al alimento de su espíritu; ambos dejan, al amante apasionado o, igualmente al que odia con pasión, detalladamente solitario cuando si objeto desaparece
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Mostrad libremente al mundo, si bien no vuestros peores rasgos, por lo menos alguno por el cual se puedan inferir los peores
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La idea de su paso transitorio por este mundo subrayó el efecto que el predicador había producido; era como si un ángel, de paso hacia el cielo, hubiese mostrado sus amas deslumbrantes al pueblo
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises