No en lo que alienta fluye la médula que salva del cero a lo creado. A pesar de su estirpe, del príncipe no quedan ni cenizas ni el nombre. De ti, que acompañaste su tránsito al estiércol, sobreviven la forma y el fulgor. Y del llanto no la fuente salobre ni el rumor, ni los cauces, sino ese duplicado monumento a la lágrima. «Ante una máscara funeraria de oro», Manuel González Sosa Manuel González Sosa (Guía, Gran Canaria, 1921-Las Palmas de Gran Canaria, 2011), poe... >Voir plus