La leyenda del ladrón

-Los cobardes mueren muchas veces, muchacho. Los valientes sólo una - respondió Guillermo, ufano

-La vida es un don precioso, muchacho. Es lo único que no debes robar jamás.

"La caída de mi fracaso es un exceso de éxito" reflexionó Vargas con amarga ironía.

El tañido comenzó fuerte y sereno para volverse rápido, agudo y alegre. El sonido era inconfundible.
Las campanas de la catedral anunciaban, aquel 23 de abril de 1591, la partida hacia las Indias de la flota.
En el Arenal, como siempre, había ambiente de fiesta y optimismo. Aquel año, debido a la terrible hambruna que habían padecido y a lo largo que se les había hecho el invierno, los sevillanos mostraron una alegría aún más desbordante.

- ¿Qué hay de vos, SANCHO? ¿Habéis descubierto cuál es la materia de los
sueños? ( Don Miguel de Cervantes preguntó a Sancho de Écija).
- Maese Guillermo ( William Shakespeare) , creía en la tinta que da forma a las
historias . Yo, en el oro que da los medios para realizarlas. Y vos , en la
esperanza que nos lleva a cumplirlas. LA LEYENDA DEL LADRÓN

-Amigo mío, hay una diferencia entre participar e implicarse. En un plato de huevos fritos con chorizo, la gallina participa. El cerdo se implica.

La vida es un juego de máscaras

Las mujeres, aunque ni naciesen esclavas, quedaban sometidas al designio de sus padres, y no tenían más salida honorable que casarse o meterse en un convento. De lo contrario la caída al abismo estaba garantizada

El rey y el esclavo son dos hombres iguales, Sancho. Tan sólo se diferencian sus máscaras y éstas son tan intercambiables como una camisa vieja

El tañido comenzó fuerte y sereno para volverse rápido, agudo y alegre. El sonido era inconfundible.
Los sevillanos aprendían a interpretar desde muy niños las campanas de la catedral. Su repique anunciaba bodas y funerales, subrayaba mediodías y atardeceres, advertía de plagas y peligros. Desde la inmensa altura del campanario, el canto de aquellos ángeles de bronce dominaba las vidas de los ciudadanos como el eco de la voz de Dios.
El mensaje llegó a todos y cada uno de los rincones de la ciudad: la flota de las Indias había regresado.