Lecciones de química

Cuando pierdan la confianza en sí mismas, cuando sientan miedo, recuerden que la valentía es la raíz del cambio, y que los seres humanos estamos diseñados químicamente para el cambio.

Los científicos damos por sentado que el error existe, razón por la cual aceptamos el fracaso.

Muchas veces la mejor manera de enfrentarse a las cosas malas es darles la vuelta, utilizarlas como fortaleza, negarte a que te caractericen. Luchar contra ellas.

Puede que tengas razón, Elizabeth Zott -replicó él sin saber cuánta verdad encerrarían sus palabras-. Pero eres mucho más.

Ahí voy. De entre todas las disciplinas, ¿no debería la ciencia precisamente ser capaz de eliminar a sus propios ineptos? ¿No era eso lo que dijo Darwin? ¿Que los débiles acaban palmando?

Por cierto, y en caso de que a alguien le interese, acababa de aprender una palabra nueva: «diario». Era un sitio donde uno escribía cosas feas sobre su familia y sus amigos, rezando por lo más sagrado para que nunca las leyeran.

En resumidas cuentas, que reducir a las mujeres a una condición inferior a la de los hombres, y elevar a los hombres a una condición superior a la de las mujeres, no es un imperativo biológico, sino cultural.

A veces, acostada en la cama por la noche, se preguntaba qué había hecho para que su vida tomara esa deriva. La incógnita, sin embargo, no tardaba en despejarse, porque su respuesta tenía nombre: Calvin Evans

Quizá esa especie de torpeza zafia y jovial que te capacitaba para insultar a quien acaba de sufrir la muerte de un ser querido fuera un requisito imprescindible para formar parte del departamento de Recursos Humanos.

Se parecía a esos perros que, tras años y años intentándolo en vano, finalmente atrapan a una ardilla y luego no tienen ni la más remota idea de qué hacer con ella.