Pero ¿acaso no hallamos más consuelo en la ciencia? ¿En las cosas demostrables y que, por tanto, son susceptibles de mejora? No concibo cómo nadie puede creer que algo escrito por una partida de borrachos milenios atrás alberga un ápice de verdad. No estoy haciendo ningún juicio moral en lo que a eso respecta: esa gente tenía que beber, carecía de agua potable. En fin, me pregunto qué verdad encontrarán en esas patrañas que cuentan (arbustos en llamas, panes caídos del cielo), especialmente si se comparan con una ciencia basada en pruebas. Nadie en la faz de la tierra optaría por las sangrías de Rasputín teniendo a su alcance las innovadoras terapias de Sloan Kettering. Y sin embargo, hay montones de personas que se empeñan en creer esas patrañas y encima tienen la desfachatez de hacérselas creer a otros.
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