Las dimensiones finitas

Bruno, el protagonista de esta historia, es consultor empresarial. Nos relatará una relación amorosa de su pasado que marcó su existencia a la par que elabora una narración en cierto modo de diario, contando la crisis económica que azotó al mundo y, en concreto, a España en 2008 así como los años posteriores. La casualidad de tomar la línea setenta y tres de autobús de camino al trabajo le hace conocer a una chica llamada Albertine. Su vida dará un vuelco tras este encuentro. Su pesadumbre por la crisis económica, la preocupación de perder su empleo, toda su forma de pensar y sentir se verá modificada por la llegada del amor a su vida con Albertine. Ella es una chica que ama la cultura, los libros, el cine y por supuesto, al escritor Salinger. Se trata de una mujer inquieta que sumerge a Bruno en una espiral en la que él intenta seguir el ritmo, ya que apenas ha leído un par de libros, según nos confiesa.

El libro nos habla de cómo un hombre que solo se había molestado en sobrevivir, mantenerse ocupado trabajando, inculto en cierta manera, se ve en la necesidad por amor de intentar no defraudar las expectativas de la mujer amada. Para ello, intentará suplir sus carencias culturales con todos los recursos que encuentra por internet, así como la inestimable ayuda de un hombre mayor, amigo de la familia, llamado Don Gregorio. Un padrino para él que se asemeja a un guía vital por sus valiosos consejos y ayuda.

La soledad del personaje de Bruno es palpable, solo en una ciudad, sin apenas contacto con su familia, salvo alguna llamada telefónica a su madre. Bruno simplemente tiene a Albertine y su fuerza arrolladora. Bruno nos narra desde un futuro cómo vivió la relación con la chica y es en hilo de esa reflexión acerca del pasado dónde se da cuenta de muchas cosas en torno a su vida. La influencia del amor y pasión que sintió le hizo mejorar como persona y prosperar en su trabajo. También deja de manera clara que esos dos polos opuestos que representaba la pareja tenía una fecha de caducidad.

La obra tiene clara influencia y se ve atravesada también de referencias a la obra de Salinger. Quizás sea su final, a nuestro parecer, dónde este ejercicio narrativo toma todo su ser, dando sentido a toda la obra. Durante su lectura, en ciertos momentos, pudiera parecer una historia superflua, pero en su reflexión última todo adquiere su lugar, incluso una breve descripción y explicación del título.

Todos necesitamos sentirnos queridos, tener puntos de referencia. El triunfo profesional es importante, contar con alguien con quien compartir los éxitos, los dota de mayor significado y sentido. A veces, y de esto, se da cuenta Bruno, obtener éxito en los dos caminos es tarea ardua y hay que renunciar a uno para lograr otro. En definitiva, una novela que nos habla de la vida y la importancia de ser amado para nuestro desarrollo vital y lograr la felicidad, sin dejar de lado el contexto histórico-económico de la crisis española de 2008. Una bella novela donde el personaje en su madurez adquirida se da cuenta del autoengaño al que se sometió y en su arrepentimiento, como homenaje, crea estos pasajes, en parte desde su memoria, en parte apuntes de su libreta diario, para recordarnos que todos cometemos errores que nos cuestan sacrificar una parte de nosotros mismos, y con ella, parte de nuestra felicidad.
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